Rania de Jordania pagó personalmente sus compras con su Visa Oro. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Me encanta Mallorca», nos confesó Rania ayer tarde mientras paseaba por el centro de Palma y aprovechaba para hacer unas compras. Fue un día muy activo, vacacionalmente hablando, puesto que desde primera hora de la mañana todo estaba preparado en el amplio pantalán de Puerto Portals donde amarran los tres yates del rey Abdalá II de Jordania. Sobre las once de la mañana zarparon los yates dirección a El Toro, navegaban tranquilos, sin prisa, bordeando la costa, observando, y al llegar a los islotes del Sec decidieron dar media vuelta dirección Palmanova donde echaron anclas y quedaron fondeados frente a la playa. El servicio del barco de los reyes jordanos prepararon motos acuáticas, zodiacs y demás diversiones sobre el mar para grandes y pequeños. Todo invitaba a que los reyes y sus amigos se dieran un refrescante chapuzón, pero nada más lejos. Decidieron tomarse unos refrescos y charlar en popa, bajo el toldo que con la brisa marina era de lo más agradecido, puesto que la temperatura comenzaba a hacerse insoportable.

Los niños, una decena entre tres y siete años de edad, querían ir a la playa y contaron con el permiso de los padres, lo que prepararon un equipo de «nurses», escoltas y marineros y marcharon a la orilla de la playa donde jugaron y nadaron hasta la hora de comer. Los mayores, el rey Abdalá y Rania, acompañados de sus invitados almorzaron en el lujoso comedor del yate «Lady Ann Magee». Al finalizar el almuerzo, Rania de Jordania, acompañada de un hombre, presumiblemente hermano del rey, y un escolta, subieron a una zodiac y llegaron hasta tierra, donde les esperaba uno de los 23 lujosos coches que tiene el séquito. Desde Palmanova por la autopista llegaron hasta Jaime III, donde bajaron Rania, su acompañante y un escolta.

Sorprende que, a pesar del espectacular despliegue de seguridad que rodea a la familia, Rania quisiera pasar desapercibida y pidiera tan poca protección. Durante toda la tarde estuvo mirando escaparates, entró en varias tiendas de Jaime III y compró numerosos artículos, tanto para ella como para regalar.

Julián Aguirre