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En Cala Bona, antaño rústico puerto de pescadores formado por barracas (del cual aún resta el varadero y la caseta de útiles de pesca, ahora inmerso en un remodelado puerto de aspecto turístico), está constituida por tres playas. Alineadas en orden sucesivo y delimitadas por espigones rompeolas de forma circular para resguardar la zona de baño del oleaje, se extienden frente a los principales hoteles de la zona. Allí predomina un ambiente familiar de origen extranjero residente en dichos establecimientos, que cuenta con la ventaja de disponer de un mayor nivel de seguridad para los niños, debido a la configuración cerrada al mar abierto de las instalaciones. Como contrapartida, el color del agua es distinto al atractivo azul claro de Cala Millor, ya que aquí la arena también es más oscura.

Fue como en toda Mallorca, a partir de los años 60 cuando dio comienzo la urbanización masiva del litoral de Cala Bona, donde hasta la fecha sólo se habían edificado algunas casas de veraneo con sus características terrazas superpuestas en la zona aledaña al viejo puerto pesquero. Construcciones que aún hoy podemos contemplar convertidas la mayoría en restaurantes de sabor marinero en una interesante alineación de primera línea que forman rodeadas por tamarindos, justo en el espacio intermedio que separa el puerto de la playa. Al igual que Cala Millor, también Cala Bona se ha visto favorecida por la remodelación de los viales más cercanos al mar, que ha visto sustituido su tráfico rodado por zonas peatonales y agradables paseos arbolados con pequeños miradores frente a las rocas.

Gabriel Alomar