Los higos frescos empiezan a asomarse tímidamente en los puestos de los mercados municipales, al igual que los de moro o higos chumbos, y los higos secos aliñados con fonol. Lo hacen también por este tiempo los gínjols, y faltan por venir las granadas. Las peras y las ciruelas se mantienen en generosa cantidad, aunque la gran mayoría de variedades no son autóctonas. Volvemos de nuevo al tan manido tema del cartel que pone «Mallorca». Los consumidores mallorquines que rebasan la barrera de los 40 años tienen constancia de la forma, color y sabor de las variedades propias mallorquinas, que han ido desapareciendo debido al abandono del campo, para dar paso a otras de estirpe «forastera». No se duda que si pone «Mallorca» es que han sido recolectadas en la Isla. Lo que confunde es que se exhiba el cartel de «pruna de fraile» o «tipo fraile» cuando es una variedad de ciruela roja que no tiene nada que ver con la autóctona, más pequeña, estilizada y de inconfudible sabor. Al igual pasa con ese híbrido grande, verde e insípido al que le adjudican «gínjols, Mallorca», cuando egínjo o azufaifa mallorquina es de tamaño minúsculo y con su piel marrón al alcanzar la madurez, moteado en color verde claro, de exquisito sabor.
Frutos de producción isleña
Se rotulan azufaifas y ciruelas rojas de «Mallorca», muy distintas a las variedades más conocidas por el público
24/09/03 0:00
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