En el marco de «Atapuerca y la evolución humana», creado por el
profesor Juan Luis Arsuaga y los investigadores de su equipo con el
fin de acercar al público la realidad de uno de los proyectos
científicos más importantes de nuestro país, y que en estos días,
de la mano de Caixa Catalunya y el Govern, podemos ver en sa
Llonja, cada fin de semana se llevan a cabo una serie de talleres
didácticos para niños y niñas de entre 8 y 12 años.
Son impartidos por los propios investigadores de Atapuerca, así
como por monitores adscritos al centro de evolución y
comportamiento humano.
Dichos talleres -que de momento tienen overbooking hasta con lista
de espera- se distribuyen del siguiente modo: sábados a mediodía,
taller de arqueología; a las 18,00 horas, taller de paleontología;
y los domingos a mediodía, taller de arte prehistórico. Y en éste
fue en el que estuvimos. ¿Que qué vimos en él? Una representación
de trabajos artísticos tal y como se realizaban en la prehistoria;
incluso a los niños se les había vestido con una especie de hábito
a modo de la pelliza que utilizaban nuestros antepasados.
Entre los profesores y monitores descubrimos al chamán, ataviado
también con una vestimenta parecida a la de los chavales, con la
cara pintada, que les enseñaba cómo utilizar los pigmentos
obtenidos de piedras calizas de distintos colores para convertirlos
en pintura real; con anterioridad, a través de esos pigmentos,
habían marcado sus manos en un papel extendido a modo de pared de
cueva prehistórica y vieron y reconocieron en diapositivas y
dibujos distintos animales y pinturas rupestres; en un momento
determinado, camino ya del final de la clase, se les entregó un
papel con esquemas de dibujos paleolíticos extraídos de cuevas y
rocas españolas, francesas y portuguesas.
Pedro Prieto
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