En un discurso pensado para reivindicar el logro de haber
conseguido dar pasaporte al Pacte de Progrés y a la depresión
colectiva que en Balears generó semejante experimento
socio-político, lo menos que se le podía haber pedido al president
Jaume Matas es que dejara a un lado el contradictorio y triste
traje gris con el que compareció ayer en el Parlament para el
debate del Estado de la Comunitat. Porque, si algún mensaje quedó
claro a lo largo de toda la intervención del president es que,
gracias a él, he dejado de estar deprimida, yo y toda la
colectividad balear. Eliminado eQuatre illes, un país, cap
frontera, aparcado en el triste arcén de cualquiera de las nuevas
autovías, sugiero al Govern entrante que adopte este nuevo lema
institucional-corporativo: «Más Matas y menos Prozac».
El remedio, por lo visto, sirve para el rearme anímico de todo
un país. De todos, menos de unos cuantos: yo diría que no será
precisamente Matas quien acabe con el estado de depresión colectiva
de, por ejemplo, los miembros del anterior Govern. Matas ha acabado
con el desánimo colectivo. Con él, con la efímera unidad del
socialismo balear, con la alianza rojiverde, casi con el PSM al
completo, con el ardor guerrero de Maria Antònia Munar... Pero eso
es objeto de otra crónica. «No transitaré por este camino». Yo lo
digo y, a partir de este momento, lo hago. Matas lo dijo y, a
partir de ese momento, no lo hizo.
El president se dedicó a repartir de todo menos elogios a sus
antecesores en el cargo, con Francesc Antich a la cabeza y con
Margalida Rosselló como principal cabeza de turco. Con este
panorama, y en ausencia de Josep Alfonso, el socialista Antonio
Diéguez asumió la misión de convertirse en epost-it del discurso
presidencial, ese papelito de color amarillo que se entromete y se
adhiere gritón a los textos para añadir comentarios a lo dicho.
Diéguez se adhirió con tal pasión al texto de Matas que el
comentario «barriobajero» se escuchó por toda la Cámara. El
president del Govern apenas nos regaló con personajes insospechados
con que adornar de negritas esta crónica. Salió en el planteamiento
Lope de Vega, Lope para los amigos y para Jaume Matas; en el nudo
salió Marta Honecker, en consonancia con el discurso de anteriores
miembros del Govern. El desenlace del discurso fue para Milton
Friedman, personaje muy en consonancia con lo escuchado hasta
entonces y lo que escucharemos ahora, pero al que el president
incluso se atrevió a corregir. Matas aseguró que llega al Govern
«bien armado» tras el «ajuste de cuentas» que supuso la jornada
electoral del 25-M y Pere Sampo se asustó, no vaya a ser que los
inspectores del Govern se pongan a buscar algún arma de destrucción
masiva por los despachos del Consolat y, lo que es peor, no la
encuentren. Con las consecuencias que puede tener eso... Y no sé
por qué razón ahora me viene a la memoria que otro de los nombres
que nos regaló Matas y que permiten adornar este crónica fue el de
George W. Bush.
Nekane Domblás
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