Jaume Matas acudió ayer al Parlament como un torero que se presentara en la plaza vestido de torero y con la muleta y la espada dispuesta, pero dejando claro que no es su intención torear..., salvo que le saquen un toro. El president, que ha suavizado un tanto aquel movimiento de brazos y puños tan característico de su presidencia anterior que utilizaba para enfatizar sus palabras -ayer lo reservó para ocasiones muy especiales- pareció esforzarse en todo momento en dejar claro que estaba diciendo una cosa, pero que su objetivo era que se entendiera la contraria. Se presentó con un discurso pensado para hablar del pasado («del estado de la autonomía real, de la autonomía de aquí y ahora que hemos recibido») pero lo leyó de tal modo que parecía que, en realidad, no era su intención hablar de ese asunto. Dijo que no iría por ese camino (que «inevitablemente» desembocaría en «un ajuste de cuentas»), se esforzó mucho en significar que no pensaba hacer «oposición a la oposición» pero media docena de veces precisó que no iba a ocurrir eso salvo que «ustedes» (aludiendo al Pacte) le obligaran a tomar esos derroteros. Vamos, que pareció que sí quiere hablar del pasado pese a decir que no lo hará.
Un discurso ambiguo para lanzar un mensaje claro
08/10/03 0:00
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