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Aaparentemente parece que la decisión de Francesc Antich de eliminar la Unión Socialista de Palma pone fin a la crisis del PSOE. Pero la crisis en las filas socialistas no ha hecho más que empezar. El PSOE puede sufrir un desgaste interno muy grave hasta los congresos que se celebrarán después de las elecciones legislativas en marzo de 2004. A partir de entonces la lucha será encanizada entre los dos grupos hoy enfrentados.

Para empezar, los últimos acontecimientos vividos en el seno del PSOE demuestran que fue un error elegir a Antoni Roig como candidato al Ajuntament de Palma. Era sabido antes de las elecciones que Roig difícilmente podía hacer sombra a Cirer y los resultados electorales confirmaron los pronósticos. Pero lo más lamentable es la postura que adoptaron Roig y sus seguidores tras las elecciones. En lugar de hacer autocrítica, Roig organizó una conferencia para dejar en evidencia la línea política seguida por Antich desde el Govern del Pacte. Y ha pagado su osadía. Roig ya no dirige el PSOE-Palma y su situación en el Ajuntament es bastante frágil. Aunque siga de portavoz, Roig debería reflexionar si mantenerse en el cargo es lo mejor para su partido.

Pero la crisis ha tenido más consecuencias. Antich ha jugado fuerte, es cierto, pero ha actuado demasiado tarde. El ex president del Govern, más solo que nunca, estaba dispuesto a abandonar la política balear para evitar lo inevitable. Al final, forzado por las circunstancias, ha conseguido el apoyo de Madrid -una dirección federal que tampoco está en sus mejores momentos- para actuar contra los protagonistas de la crisis socialista. Pero ahora puede empezar la guerra de verdad. Habrá que seguir de cerca los movimientos de Nájera. ¿Y qué harán los seguidores de Roig y Torres en el próximo congreso regional? ¿Qué postura adoptarán socialistas históricos como Joan March y Josep Moll, en trance de ser expedientados? La crisis, por lo tanto, acaba de empezar, justo cuando el PP consolida su posición dominante. Que nadie se engañe.