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José Luis Rodríguez Zapatero dibujó ayer, a grandes rasgos, cómo será su próximo Gobierno socialista. El candidato socialista anunció que va a presidir un Gobierno monocolor y pretende buscar apoyos parlamentarios. Zapatero, además, reiteró ayer que las tropas españoles desplazadas a Irak regresarán el 30 de junio -una medida que ya prometió durante la campaña electoral- si la ONU no asume el mando.

Rodríguez Zapatero, que promete presidir un Gobierno «eficaz, solvente, austero, dialogante y tolerante», inicia, sin duda, una nueva etapa en la historia de España que ha creado mucha ilusión y expectativas. Al margen de las intepretaciones que puedan hacerse de las consecuencias electorales del 11-M, el PSOE ha ganado. Y ahora le toca gobernar. Zapatero debe gobernar para todos, incluso para aquellas autonomías que no son de su mismo color político, y facilitar el diálogo institucional, una faceta que apenas supo impulsar Aznar.

Los ciudadanos de Balears estarán muy pendientes de la actuación de Zapatero y de sus relaciones con el Govern Matas. Por este motivo, no sería aconsejable que se repitiesen los tradicionales desencuentros Madrid-Balears. El Govern de Matas debe conseguir más financiación para educación y sanidad. Y el ex president Antich debe ayudar a conseguir este objetivo. Ahora no valen las excusas ni las batallas partidistas. Sin embargo, las primeras palabras de Antich han servido para dejar en el aire el convenio de carreteras aprobado por Madrid. Los socialistas de Balears aseguran que la autovía Inca-Manacor no será financiada por el Gobierno central y que el convenio de carreteras será modificado, algo que el Govern ha negado. Zapatero y Antich no deben caer en los errores de Aznar y Matas. Quien debe decidir la política de carreteras en Balears es el Govern, aunque no le guste al inquilino de La Moncloa y a su partido. Lo dijimos cuando gobernaba el PP en Madrid y el Pacte en Balears, y lo decimos ahora cuando se han intercambiado los papeles.