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A los 21 años, la felanitxera Margalida Bover era la compañera sentimental del anarquista Salvador Puig Antich, una de las últimas víctimas -y posiblemente la más injusta- del franquismo. El primer viernes de marzo (día 2) del año 1974, el joven idealista de la agrupación MIL conoció el frío acero del garrote vil y el mundo de Bover se vino abajo. Sin embargo, las heridas han cicatrizado con el tiempo. Ahora Margalida vive en Felanitx y regenta una librería especializada en Cala Egos, cerca de Cala d'Or. Bover ha sido una de las fuentes consultadas por TV3 para la realización del reportaje «L'execució de Puig Antich», un trabajo que se enmarca dentro de «Dies de transició», que se emitió con gran éxito el lunes pasado en el canal catalán.

El espacio, realizado por Francesc Escribano y Miquel García, pretende dar luz a algunas de las claves de esta convulsa época en Catalunya. En el reportaje Bover enseña una carta, escrita con emoción, que le escribió Puig Antich poco antes de morir. El programa intenta esclarecer algunos puntos relacionados con la detención del libertario (en el que un policía resultó muerto) y su terrible ejecución. La mallorquina mantuvo durante un mes una intensa relación con el anarquista. «Sencillamente nos encontramos. Salvador era una persona muy divertida, con gran sentido del humor, daba unos besos muy dulces», aseguraba en el programa. En uno de los fragmentos de la carta, Puig Antich le recuerda: «Segueix essent tu sempre, segueix rient a la vida com has rigut fins ara i guarda't coses per tu».

Bover recordó en el programa que «cómo no estaba casada con él no podía verle en la cárcel, y tenía que esperar siempre fuera. Fue una larga espera. Los meses siguientes a la ejecución me sentí fuerte, porque sus amigos no me dejaron sola ni un minuto, hasta me acompañaban. Pero ahora creo que no era consciente de la tragedia que estaba viviendo. El veinte de julio del 77, día en que se indultó a los presos políticos, me di cuenta de todo. Salieron todos de la cárcel menos él». El periodista Llorenç Capellà recogió el testimonio de Bover en una entrevista realizada hace un tiempo para la revista Brisas: «Me comunicó su ejecución Xavier, director literario de Alianza Editorial. Yo trabajaba en una guardería, en Mataró. Al bajarme del tren, en Barcelona, Xavier me abrazó: 'És mort', dijo».