Cuatro estudiantes de Física llevan el nombre de la UIB hasta la Agencia Espacial Europea

Víctor Huarcaya, Nicolás Piro, Carles Bona y Maria Tous poco imaginaban cuando empezó el curso que este año podrían vivir una experiencia sólo apta para algunos privilegiados, la ingravidez -para ser más exactos, en su caso será la microgravidez-, la sensación que sienten los astronautas cuando realizan viajes espaciales.

Víctor es palmesano y está en tercero de carrera. Es el mayor del grupo, tiene 26 años, sólo uno menos del límite que imponen las bases de la campaña de vuelos parabólicos para estudiantes de la ESA, y fue el artífice de este sueño.

Al principio, reconoce, le pareció un objetivo inalcanzable, «pero, cuanto más leía en qué consistía el proyecto y los requisitos necesarios, más accesible lo veía». Lo primero fue buscar un tutor, como exigían las bases, «que nos ayudase y coordinase el trabajo», y encontró a Sebastià Monserrat, profesor del Departamento de Fluidos.

Luego vino lo que para él fue «lo más difícil»: encontrar a tres compañeros de equipo. «Hablé con algunas personas, pero la mayoría me decía que tenían muchas cosas que hacer y poco tiempo». Sebastià Monserrat le recomendó a Maria, también palmesana, de 22 años, y que cursa cuarto de Física, que aceptó encantada. Luego se unieron Nicolás, de 23 años, nacido en Argentina y que está en quinto; que no se lo pensó dos segundo, y el más joven, Carles, de 20 años, natural de Barcelona y en tercer curso, al cual le costó algo más decidirse, pero finalmente aceptó.

Una vez formado el equipo, empezó el trabajo en serio. Seleccionar el experimento les costó bastante, «queríamos algo original», y finalmente se decantaron por un trabajo de física de fluidos en condiciones de ingravidez, que tiene, entre otras, aplicaciones en el proceso de fusión nuclear y en la explosión de las supernovas, y lo presentaron al concurso.