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Tras dos horas de recorrido llegamos a Haimen, segunda etapa del periplo de los empresarios mallorquines por China. En principio, la idea era la de pasarnos por el aeropuerto de Shanghai para recoger a Guillermo Ballester, de Vibrados Ballester, y Joan Rosselló, de Galletas Rosselló, que llegaban sobre las dos de la tarde, pero como el microbús no era muy grande, Shi Hai Feng, subdirector de la Cámara de Comercio de Haimen, se ofreció para ir a recibirlos, con lo cual nosotros llegaríamos sin grandes agobios al hotel Guanguhau International.

Antes de abandonar el hotel de Shanghai, los empresarios Gori Codolá y Joan Mulet han recibido información sobre unos terrenos situados en la isla de Tandu. Les han dicho que si haces una inversión de más de cinco millones de dólares te ceden gratuitamente los terrenos por cincuenta años. El acuerdo conlleva, entre otras cosas, la construcción de un hotel con campo de golf. «Lo importante es estar ahora aquí. Luego hay que saber escuchar, enterarte de cómo están las leyes en cuanto a inversiones extranjeras. Si interesa, no quedará más remedio que traer un abogado de confianza para que las estudie. Y, si te decides, deberás buscar un traductor de confianza. Por último, tendrás que tener muy claro que al menos en los primeros años deberás venir, si no a vivir aquí, sí a pasar largas temporadas, pues el negocio debe funcionar gracias a ti», señala Mulet.

Lo más llamativo del trayecto fue la salida de Shanghai a través de numerosos puentes sobre el Huangpu, y luego cruzar el Yang-Tsê en transbordador. Cuando llegamos al muelle, nos saltamos por la cara la larguísima cola de coches que aguarda para embarcar. Lo curioso es que nadie nos llama la atención por ello y que los guardias que controlan la entrada nos la franquean sin más. «Como nuestro coche lleva una matrícula especial, nos dejan que pasemos», nos aclara Toni Yoh.

Pedro Prieto (China)