Iris llegó al Hogar Infantil Ciutat de Palma por abandono y
negligencia de su madre. Junto a su hermano de dos años, recorrían
solos las calles por la noche en busca de algo para comer. Iris no
sabe quién es su padre y su madre está desaparecida. Maryuri tiene
12 años y fue abandonada por su padre. Su madre está en la cárcel
cumpliendo una pena de 20 años por haber asesinado a una persona.
Son las dos últimas niñas acogidas en un hogar, avalado por el
Ajuntament de Palma y Ensenyants Solidaris, que abrió sus puertas
en marzo del año pasado en la localidad de Diriomo, a 50 kilómetros
de Managua (Nicaragua).
Allí trabajan las hermanas de Amistad Misionera en Cristo Obrero
(AMICO). La religiosa mallorquina Esperanza Garau es la superiora
general de AMICO. Lleva 30 años en Centroamérica viviendo con los
más pobres. «El hogar representa una puerta abierta al futuro para
estas niñas. Todas llegan en una situación límite y hay que
atenderlas desde cero. Vienen con lo puesto y, lo peor, con unos
problemas psicológicos muy importantes. Muchas han sido víctimas de
abusos y no resulta fácil hacerles entender que hay una vida
mejor», afirma sor Esperanza.
El Hogar Infantil Ciutat de Palma es una realidad gracias a Cort
y a numerosas localidades españolas y empresas privadas que
colaboran cada año en su mantenimiento; entre ellas, Carboneras
(Almería), Madrid, Zaragoza, Castellón y Pamplona, y la Fundación
Solidaridad Carrefour, el Grup Serra, la Hermandad del Rocío de
Palma, el Ajuntament de Búger, así como decenas de
particulares.
Mercedes Azagra
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