El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fue el ganador de
las elecciones al Parlamento Europeo celebradas ayer, al conseguir
25 escaños frente a los 23 del Partido Popular (PP) en unos
comicios marcados por una elevadísima abstención. En este sentido,
sería importante que se adoptaran las medidas pertinentes para
incentivar en el futuro una mayor participación en unas elecciones
que, en absoluto, deben considerarse como secundarias.
La diferencia entre los partidos mayoritarios en el Estado no ha
sido tan elevada como presuponían algunos sondeos previos, lo que
debería hacerles pensar en la necesidad del diálogo y el consenso y
en no adoptar posturas de intransigencia o de prepotencia.
En el caso de Balears, el PP se ha impuesto con una ligera pero
significativa ventaja con respecto al PSIB, aun perdiendo un punto
porcentual con respecto a 1999 (ha pasado del 47,10% al 46,67%),
año en el que las europeas coincidieron con las autonómicas y
municipales. Y ciertamente, los socialistas de las Islas han
aumentado porcentualmente casi 11 puntos con respecto a aquellos
comicios. También podemos constatar el fuerte descenso que
experimentan tanto PSM, como Esquerra Unida, en tanto que UM se
mantiene. Pero todo esto no es extrapolable a lo que sucedería hoy
en unas autonómicas. Y esta victoria de los conservadores se ha
dado en Mallorca, en Menorca y en Eivissa.
Contra lo sucedido en Alemania o Francia, estas elecciones no
han supuesto ningún castigo para el Gobierno, que sólo lleva unos
meses en el poder. Así como tampoco han supuesto una revancha de
los conservadores, algunos obsesionados con el 14-M y todo lo que
lo rodeó.
Ahora es el momento de que todos los eurodiputados inicien su
trabajo en la Cámara defendiendo los intereses de quienes les han
elegido, por encima de consideraciones partidistas.
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