El movimiento por la Tercera Edad de la Diócesis de Mallorca, Vida
Creixent, celebró ayer la Navidad con un encuentro que tuvo lugar
en la parroquia de Sant Josep Obrer de Palma, en el que se realizó
un cálido homenaje a los presbíteros jubilados.
Poco después se realizó el homenaje a los sacerdotes jubilados.
Jesús Murgui destacó su «gran labor» y añadió que «han llevado toda
una vida sirviendo a la Iglesia, a Dios y a los demás. Un gran
mérito que es preciso recordar».
El acto comenzó a las 12 horas con un pregón a cargo del
canónigo Sebastià Arrom, impulsor de la parroquia y del colegio del
mismo nombre. Arrom recordó los antiguos tiempos en que los
alrededores de Son Gotleu eran llamados «Son Fangos», por la
precariedad (o ausencia) de servicios de los que estaba dotada la
zona. Allí la Iglesia desarrolló una importante labor,
contribuyendo de forma decisiva a escolarizar a la población y a
vertebrar la barriada en su desorganizado crecimiento. Se recordó
el esfuerzo de todos aquellos sacerdotes que, con su esfuerzo, han
ido vertebrando la Iglesia mallorquina tal y como ahora la
conocemos.
Minutos antes, en la sacristía de la parroquia conversaban
animados los homenajeados: Félix Tejedor, Sebastià Arrom, Blai
Darder, Guillem Parera, Sebastià Miralles, Francisco Betti, Jordi
Font, Damià Vidal i Ollers, Francesc Morey, Pau Oliver y Bartomeu
Mulet (la mayoría con más de 80 años o rozando esa edad). Estaban,
a su vez, acompañados por el rector de Sant Josep, Lluc Riera;
Miquel Mulet, Joan Pons, Tomeu Tauler y Joan Torrents.
Pedro Garau, presidente de Vida Creixent, destacó ayer la
creación del movimiento para aglutinar a la «gent gran» de la
Diócesis, sean seglares o religiosos. Actualmente unas 700 personas
participan en la agrupación, de los que aproximadamente 250
acudieron ayer a Sant Josep Obrer. Hoy en día la Diócesis cuenta
con 38 presbíteros jubilados de más de 80 años.
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