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Es muy probable que hoy por la mañana los expedicionarios partan hacia el Campo II, a 6.400 metros de altura. Todo depedenderá del tiempo que, según las previsiones, podría mejorar entre lunes y martes. Aunque el mal tiempo podría volver a partir del miércoles al Campo Base (5.360 m.). Y mientras que Oli y «los dos Tolos» intentarán ir ganando metros a la gran montaña, Jopela permanece en el pueblo de Dingboche, unos mil metros por debajo de nuestra posición, donde se recupera de su dolencia pulmonar. En una semana podría incorporarse al grupo. Los expedicionarios dedicaron el día de ayer a leer y descansar.

Un fenómeno asociado a este tipo de expediciones es lo que se llama «depresión de la altura». Conocido entre los alpinistas como «el síndrome del Campo Base», quiere decir que en una altura extrema la persona tiene tendencia a sufrir una baja de su estado de ánimo, hecho que los expertos asocian a la hipoxia -falta de oxígeno- y que actúa directamente sobre los mecanismos inmunodepresores.

Es importante, por lo tanto, conocer los síntomas de este fenómeno y no dejarse caer en un pozo sin fondo. Muchos escaladores han llegado, incluso, a cancelar la expedición empujados por este tipo de depresión. Cuando esta angustia se manifiesta conviene actuar rápidamente, buscando ayuda en los compañeros de expedición. Otra curiosidad del Campo Base es que cualquier movimiento puede suponer un auténtico sacrificio. Por el simple hecho de levantarte de la tienda y dar unos pasos hasta la tienda comedor, los pulmones empiezan a marchar a las todas y las pulsaciones se disparan. En definitiva, cualquier tarea lleva añadido un esfuerzo que en la mayoría de los casos supera a lo que sería normal si lo comparamos a Mallorca. Eso también mina la moral, ya que da la impresión de que nunca te adaptas.

Joan Carles Palos