La aventura espacial del hombre continúa y ayer fue un día
histórico. El choque del proyectil lanzado por la sonda «Deep
Impact» contra el cometa Tempel 1 supone un hito del que habrá que
valorar sus consecuencias a lo largo de los próximos años, cuando
se desvelen los misterios que encierra el cuerpo celeste. El hecho
de su coincidencia con la fiesta nacional estadounidense (4 de
julio) no es casual, pero no podemos limitar la importancia del
hecho a un mero acontecimiento cuya única finalidad es la
propaganda.
Más allá de factores de orden superficial, existen motivaciones
científicas cuya razón última es indagar en el conocimiento de los
orígenes del universo y, por tanto, en el origen mismo de la
humanidad. Para ello es fundamental conocer la composición de los
cometas, uno de los cuerpos celestes más enigmáticos y sobre los
que hay mucho aún por investigar. La misión de la NASA, además, ha
conseguido demostrar que sería posible una intervención precisa
sobre un asteroide que supusiera un riesgo para la Tierra; aunque
por el momento, esto sólo es una hipótesis planteada en la gran
pantalla, pero no una realidad inminente.
Puede parecer que todo cuanto rodea a estas multimillonarias
investigaciones espaciales no tiene nada que ver con la vida
cotidiana de los ciudadanos de a pie, lo que no es, en absoluto,
cierto. De hecho, hoy en día utilizamos multitud de elementos que
tienen su origen en los viajes espaciales del hombre.
Bien es verdad que no cabe esperar inmediatez en los resultados,
pero el Tempel 1 puede dar respuesta a muchas preguntas. Todo es
cuestión de tiempo. Mientras, habrá que dejar que los científicos
trabajen mirando al cometa.
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