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Que son en el mundo entero, unas fiestas sin igua. Esta es parte de la letra de una de las canciones más conocidas de San Fermín, que durante estos días es cantada por miles de residentes y visitantes. A pesar de esta letra, los navarros residentes en Palma se volvieron a reunir en el Bar España para celebrar su particular encierro, mucho más incruento que el que se celebró cuatro horas antes. Las calles del centro histórico de Palma se convirtieron por unas horas en algo parecido al casco antiguo de la capital navarra. El ambiente no era el mismo, pero quienes participaron de la fiesta y gracias a la imaginación y a unos cuantos zuritos, más de uno creyó encontrarse en plena calle Calderería.

Muchos no dudaron en ponerse la tradicional vestimenta sanferminera para crear más ambiente y con el pañuelico rojo al cuello se lo pasaron en grande.

Los turistas que paseaban por la Plaça Major por un momento se sintieron que se habían equivocado de ciudad, pero como la alegría no es eterna, poco después Palma recuperó su tranquilidad habitual.

R.D.