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Si al igual que el estudiantado la clase política tuviera que ser calificada, ésta sería la hora de hacerlo. Y puestos a empezar, le tocaría en primer lugar al Gobierno. Unos 15 meses después de su llegada al poder, los socialistas presentan ante todo un activo indiscutible como es es el haber cumplido prácticamente todas sus promesas electorales, por más que ello pueda no haber complacido a muchos. Especialmente en el campo de los avances sociales y en lo que respecta a la ampliación de los derechos de los ciudadanos -la aprobación de medidas en la lucha contra la violencia doméstica, agilización de los trámites para conseguir el divorcio, logros igualitarios para los homosexuales, etc- el Ejecutivo presidido por Rodríguez Zapatero se ha ganado en este fin de curso el derecho a nota. Algo que con matices se podría generalizar a otros aspectos, como cantan unos sondeos que dan fe de la confianza que por el momento tiene la ciudadanía en el Gobierno (a falta de cuantificar el desgaste por la descoordinación del incendio de Guadalajara). No obstante, no procede lanzar las campanas al vuelo. Quedan pendientes suficientes cuestiones como para que tras las vacaciones el socialismo en el poder tenga que esmerarse. Ahí está el problema del terrorismo, la puesta en marcha de ese Plan de Ahorro y Eficiencia Energética de reciente aprobación y que afecta a sectores tan amplios como la industria, el transporte, la construcción y la agricultura, la negociación y el engarce de las reformas de los estatutos autonómicos y la reforma fiscal, por citar los más acuciantes. Tiempo habrá para juzgar su actuación. En cuanto a la oposición, y sin temor a incurrir en sectarismo, cabe decir que ha sido de todo menos leal. El PP, actuando siempre en solitario, se ha limitado a obstruir toda iniciativa del Gobierno sin aportar en ningún caso la menor solución. Ha resucitado viejas rencillas, se ha aprovechado de segmentos sociales tradicionalmente apacibles llevándolos a la exasperación y, en líneas generales, se ha limitado a poner en jaque al Gobierno persiguiendo su desgaste.