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Además de recorrer la costa mediterránea y atlántica de la península española, en esta serie de reportajes no se podían dejar de lado las Islas Canarias, de las que estuvimos en algunas de las zonas de Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife.

También en las Canarias se han percatado de que ya no es suficiente con ofrecer lo mismo de siempre, porque el incremento de nuevos destinos, internacionales y nacionales, es imparable, y el exceso de oferta está produciendo una selección natural. El buen clima durante todo el año no es suficiente, porque en Canarias existen enclaves con la planta hotelera que se está quedando anticuada, o con problemas de saturación. Por eso, las cadenas hoteleras, mallorquinas muchas de ellas y entre las más importantes, se han planteado la alternativa de construir, ya lo están haciendo, hoteles estilo «Caribe», en los que el cliente encuentra múltiples alicientes sin necesidad de salir del hotel.

De ahí que esté creciendo la modalidad del «todo incluido», aunque aplicado a las categorías de cuatro y cinco estrellas. En Gran Canaria, la zona de Maspalomas se constituye en un ejemplo de planta renovada, en los hoteles, zonas comerciales y de ocio. Más complicado lo tienen en la Playa del Inglés, o San Agustín, por la aglomeración urbana y turística, sin que ello signifique que no se construyan nuevos hoteles «diferentes», o que otros más veteranos no se estén remodelando para adaptarse a las nuevas maneras y cuenten, además, con espacios exclusivos para el turista más exigente.

Se trata de poder atender toda la demanda, desde los que se pueden permitir un cinco estrellas, hasta los que deben conformarse con la oferta más barata. Por eso no extraña la existencia de lugares como Puerto Rico, que asombra por la gran proliferación de edificios turísticos y residenciales en las laderas de las colinas. Y es que uno de los problemas de las Islas Canarias es la configuración montañosa de la mayoría de los enclaves, lo que hace que las urbanizaciones sean más visibles que las que se asientan en terrenos llanos, lo que produce una sensación mayor de saturación, hasta límites espectaculares.