Estoy reventado, tengo los pies llenos de ampollas y casi no
puedo caminar... pero el año que viene volveré». Este es el
verdadero espíritu de los peregrinos que suben a pie hasta Lluc, y
que ayer por la mañana resumía un marxaire conocido, Guillem
Ginard, director insular de Cultura, que había salido de Campos
unas once horas antes.
Una vez que la mayoría de marxaires hubo llegado, se celebraron los
actos oficiales en el Acolliment del monasterio. Gabriel Ferragut
dio la bienvenida a los asistentes y se realizó una ofrenda floral
por parte de los representantes de cada pueblo. Ferragut rindió
homenaje, en nombre de todos los participantes, a Mari Vázquez y
Andreu Massanet, voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil
respectivamente, fallecidos recientemente. «Esta Pujada va por
ellos, por todo lo que nos ayudaron durante años», dijo. Se guardó
un minuto de silencio en su recuerdo.
Como él, cerca de 5.000 personas de 40 municipios de Mallorca
habían caminado durante la noche en la XXVI edición de la Pujada a
Lluc de la Part Forana, que un año más organizó eficazmente la
Associació d'Antics Blavets, presidida por Gabriel Ferragut, y con
la colaboración de los voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil,
que atendieron a los marxaires de típicos problemas como
deshidratación, ampollas o bajadas de azúcar o de tensión.
Muchos de los participantes se concentraron en el punto habitual
de la Plaça des Bestiar de Inca a las cuatro de la madrugada, y los
más rápidos llegaron al monasterio de Lluc antes de las siete. Pero
eran muchos también los que habían partido la tarde anterior desde
su pueblo y ayer se les podía ver agotados en Lluc, explicando que
venían de lugares tan lejanos como Cala Millor o Son Servera. A las
nueve de la mañana todavía se vio a participantes que llegaban
apenas con fuerza.
«La Pujada de la Part Forana es así de especial, hay diversidad
de itinerarios y de horarios, y la isla se convierte en una
procesión de marxaires hacia el santuario», explicó el organizador,
Gabriel Ferragut. Aparte de por la carretera de Inca, desde otros
pueblos, debido a su situación, se sube también a Lluc por las
carreteras de Sóller y Pollença. El alcalde de esta última
localidad, Joan Cerdà, dio ejemplo al subir corriendo desde su
pueblo junto a compañeros de un equipo local de atletismo. Una vez
en Lluc, contó que había invertido algo menos de dos horas en el
trayecto, lo que pone en evidencia su buena forma, dijo entre
risas.
La organización entregó el emblema de la Pujada a Pep Crespí,
por su fidelidad a ella. Tiene 77 años, es natural de sa Pobla y ha
subido en todas las ediciones. Lo recibió de manos de otro pobler,
el conseller Jaume Font, presente en el acto. Después, el prior del
santuario, Jaume Reynés, presidió una misa animada por la Coral
dels Antics Blavets y los Xeremiers de Son Roca. Una vez acabados
los actos, los marxaires se dirigieron hacia los autobuses que les
tenían que devolver a sus pueblos.
Luis Planas
Foto: Curro Viera
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