La joven italiana se muestra feliz trabajando en el circo. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Nació en Torino (Italia) hace 33 años y desde que sus padres la llevaron a ver el circo, cuando era una niña, siempre quiso trabajar en él. Pero a Erika Rossetto lo único que le dejaron es ir a clase de gimnasia artística y cosechó durante diez años numerosos trofeos y campeonatos. El pasado verano Erika estuvo en Ibiza, trabajando en la discoteca Privilege como trapecista, y el propietario del Circo Williams le dio una oportunidad a la joven italiana.

Durante cinco años ha estado trabajando de coreógrafa montando espectáculos de animación en una cadena hotelera. Esta es la primera vez que Erika trabaja bajo la carpa y siente que ha cumplido su sueño. Vive en un pequeña caravana del circo, donde en escasos nueve metros cuadrados tiene todo su hogar. Le apasiona la aventura de riesgo extremo. Se confiesa algo cabezota y muy perfeccionista, algo que se puede observar en sus actuaciones sobre el trapecio. También se desemvuelve de maravilla con números malabares de fuego y palo corto.

Erika Rossetto entrena cuatro horas diarias. Su tiempo libre lo dedica a visitar la ciudad o pueblo donde el circo se instala. Le gusta ver películas en versiones originales y la lectura. No tiene novio y tampoco lo desea por el momento. Le encanta viajar y despertarse en un lugar distinto. Se mantiene en forma con mucho ejercicio físico y una alimentación estricta. Sobre la convivencia destaca que «he tenido una gran suerte. En el Circo Williams hay un gran compañerismo y nos llevamos todos muy bien. El ambiente es fantástico».

Julián Aguirre