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Aparte de los niños, los grandes protagonistas del circo son los animales y en el Williams existe una amplia variedad de ellos, que realizan los más espectaculares números. Los primeros en saltar a la pista son los cuatro leones y el tigre «Gina». «Las fieras actúan al principio porque así no se pierde tiempo montando las jaulas y cuando acaban sólo hay que desmontarlas», comenta el director del circo, Eduardo Raluy. Tras una serie de actuaciones de los equilibristas Alex y Gili con sus más de 100 vasos; el número del trapecista y el del equilibrista italiano, que además canta ópera, llega el turno de uno de los números que más gustan, el de la pareja de ponis, que es el último número antes de la pausa. En la segunda parte del espectáculo, el camello, la vaca africana batusi y su hija, nacida de un cruce con un yak africano, realizan un espectácular ejercicio bajo la batuta de la hija del domador de las fieras.

Los últimos números están dedicados a la fantasía y a la actuación del equilibrista, pero para los amantes de los animales todavía queda una última sorpresa, que es la actuación de una docena de preciosos gatitos que realizan los números anteriormente ejecutados por las fieras, pero a escala «mini».

El último número, protagonizado por el payaso «Babá», que acaba con más de un golpe, pone punto y final a más de dos horas de diversión. Pero ahí no acaba el trabajo para los profesionales del circo, sobre todo para los que realizan su labor en compañía de animales, ya que son como sus padres y siempre tienen que estar pendientes de ellos, tanto a la hora de la alimentación, como si tienen el más mínimo problema. Además, aunque los animales se saben sus números a la perfección, no está de más ensayarlos, lo que significa más trabajo. «Es verdad que es una vida sacrificada, pero todo merece la pena si los espectadores salen contentos después de la función», explica Raluy.