En la fachada de la iglesia parroquial de San Nicolás todavía es
posible atisbar los restos de una inscripción que hace 30 años era
habitual en las paredes exteriores de las iglesias de Mallorca.
En esta iglesia palmesana aún se puede leer con cierta facilidad
el nombre de José Antonio Primo de Rivera, a pesar de que pasa
desapercibido para la mayoría de transeúntes. Este y otros forman
parte de la simbología imperante durante el régimen de Franco. En
el trasncurrir el tiempo, certificarse la democracia y esfumarse
los miedos, esos símbolos han ido desapareciendo de la vía pública,
no sin cierta polémica en mayor medida propiciada por los
nostálgicos del régimen, y también por los que consideran que esos
símbolos forman parte de la historia y que no deberían ser
tocados.
Los símbolos más contestados por los llamados demócratas son el
monumento al Crucero Baleares, en sa Faixina de Palma, y el
monolito fascista de Porto Cristo. A pesar de los múltiples
requerimientos y sugerencias, el primero persiste en mitad del
parque. El derribo del segundo tiene el visto bueno del Consell
Insular y También del Ajuntament de Manacor, pero el problema
estriba que se trata de propiedad privada y debe ser el propietario
el que ha de dar su consentimiento, por lo menos esa es la
justificación de que todavía siga en pie, y no haya corrido la
misma suerte que el otro monumento que estaba en la avenida de los
Pinos de la misma localidad y que fue eliminado el pasado mes de
julio, por orden y acuerdo del plenario municipal
En Palma quedan huellas que testifican la existencia de los
símbolos, como la referida al principio, o el hueco que queda en la
placa de la fachada del edificio construido por Bennássar en el
Born y en la que aún se puede leer «Paseo del Generalísimo», puesto
que ha quedado la huella de las sólidas letras retiradas.
Para evitar que persista en la piedra la impresión dejada por el
elemento retirado, en algunos casos se ha optado por colocar una
placa por encima, como pasa en algunas iglesias, o en el edificio
de Correos de Palma, cuyo escudo franquista con el águila y las
flechas ha sido cubierto con el logotipo de la empresa. La cruz de
madera situada junto a las escalinatas de la Catedral también es
fuente de polémica puesto que se considera que sólo homenajea a los
muertos del bando de los vencedores, por lo que se exige
insistentemente su retirada, o que de alguna manera no sea
utilizada sólo por los de un bando.
Pero no sólo eran placas, inscripciones y monumentos lo que daba
fe del régimen establecido puesto que, en Palma, los dos primeros
polígonos industriales, Son Castelló y Son Valero fueron bautizados
por los nombre de La Victoria y La Paz, respectivamente, aunque han
recuperado el nombre de la finca.
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