Dice una leyenda que si una persona entra en el nuevo año vistiendo
ropa interior roja, los doce meses siguientes serán muy prolíficos.
Los incrédulos pueden pensar que eso no es así, pero si alguien se
da una vuelta estos días por el mercado de Pere Garau, descubrirá
que hay tradiciones que, pese al paso del tiempo, están muy
arraigadas. En Fin de Año no hay lugar para la lencería fina. La
fantasía estampada en el tórrido rojo siempre gana la batalla.
Ni el frío puede vencer a los tangas, los slips o las braguitas
rojas, que hace semanas que copan los escaparates de las tiendas o
cuelgan en los puestos de los mercados. María Dolores tiene un
puesto en Pere Garau. El resto del año es de otros colores. Ahora
el rojo predomina en la lencería que se vende. Su género no pasa
desapercibido para nadie. «Los sujetadores a dos euros y las
braguitas a uno» es su grito de guerra. Los slips son otra
historia.
«Apenas vienen hombres a comprar, sólo vienen ellas. Por cada
cien mujeres que vienen a mi puesto, viene un hombre», señala María
Dolores. Las braguitas son las prendas más buscadas entre las
clientas de María Antonia, seguidas de los sostenes. Pero a pocos
metros de allí, en el puesto que regenta Antoñita, la cosa cambia.
Tangas por doquier. Brillantes, con transparencias, ... Un nuevo
mundo por descubrir. «Los hombres también vienen a comprar, todos
gastan dinero en estas prendas, es una golosina», explica.
Javier J. Díaz
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