Treinta y nueve días en el campo base del Everest han supuesto un gasto para la expedición mallorquina de 360 euros para la retirada de toda la basura generada.
La expedición mallorquina abonó el 7 de abril 4.000 dólares a los responsables ambientales del Parque Nacional de Sagarmatha, el SPCC. Es una condición previa para poder escalar la montaña y que de no haberse cumplido podría haber supuesto la retirada del permiso de ascensión. Ahora, acabada la expedición, se les devolverá el dinero.
En cuanto a la basura común, el conjunto de la expedición ha producido unos 90 kilos. Periódicamente, dos portadores cogían los residuos y los llevaban hasta la incineradora de Namche Bazar. El coste de cada viaje era de 3.600 rúpies, hacia 40 euros, y en total se hicieron dos. Los restos de comida solían ofrecerse a los cuervos que sobrevolaban el campo base.
Otra cuestión eran los excrementos humanos. Sobre este tema el SPCC ofrece una solución dudosamente sostenible: un vertedero en Gorak Shep, en el glaciar de Khumbu. Solo los integrantes de la expedición mallorquina -escaladores, sherpas y personal de cocina- generaba 70 kilos cada 15 días. El transporte de este residuo suelen hacerlo unos portadores especiales que cobran 80 rúpies por kilo de excremento. Al final, por este concepto, Nima -encargado del tema de la basura- abonó 22.400 rúpies, unos 270 euros.
Gracias a este sistema, las autoridades han conseguido paliar los últimos 30 años el efecto de la numerosa presencia humana en los alrededores del Everest. Si el incumplimiento de las normas sobre la retirada de residuos puede suponer que el SPCC retenga la fianza y no la devuelva a la expedición, el abandono de cadáveres en la montaña también está penado. De hecho, un oficial de enlace nos comentó que los muertos tienen el mismo tratamiento que los residuos.
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