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Tienen entre dos y quince años y casi hablan dos palabras de inglés. Para ellos el Everest es una montaña lejana y su única preocupación es el día a día. No piden nada, pero agradecen como nadie cualquier muestra de cariño. Los escaladores mallorquines cumplieron su promesa. Oli y los dos Tolos pasaron la mañana del sábado con los 26 niños acogidos en el orfanato que gestiona la organización no gubernamental, Mukti Nepal (Salvamos Nepal), y al mismo tiempo pudieron conocer el sueño que persiguen los responsables: reconvertir un viejo hotel de Katmandú en un hogar para niños.

La presidenta de Mukti Nepal, Goma Luitel, y la secretaria de la organización, Deepa Sherma, explicaron a los expedicionarios isleños los objetivos de esta pequeña comunidad. De entrada, tan sólo disponen de un presupuesto mensual de 80.000 rúpies, hacia 1.000 euros, para atender todas las necesidades de los niños y mujeres que llegan al centro. El Gobierno de Nepal no les da ningún tipo de ayuda, de manera que dependen exclusivamente de las aportaciones económicas desinteresadas que llegan de Europa, de Estados Unidos de América o de Australia, así como de los voluntarios que periódicamente recalan en este centro.

Goma y Deepa fueron directamente al tema importante. «Queremos que explique a su país lo que hacemos aquí, luchar contra la violencia de género y el abandono de la infancia», piden desde su pequeña oficina. Cada año, en torno a 17.000 mujeres nepalíes son vendidas por sus familias por falta de recursos, la mayoría acaba en las redes de prostitución del sureste asiático. Además, son numerosos los niños que quedan huérfanos debido a la desestructuración familiar fruto de una permanente situación de incertidumbre política, social y económica.

Joan C. Palos (Everest)