Tona Fuster explica que «para estudiar la incidencia del beta-caroteno, hemos recurrido a los hurones porque lo metabolizan de manera similar a los humanos, mucho más que las ratas. En estos momentos tenemos 26 hurones, todos ellos hembras. No son de la Isla, siempre los compramos fuera, siendo muy pequeños, y pasan toda su vida aquí. Su alimentación consiste básicamente en piensos especiales para estos animales, pues se están popularizando como mascotas. Cuando llegan, son tan pequeños que tenemos que poner rejillas en los comederos para que no se cuelen por ellos».
El grupo de investigación de este proyecto está dirigido por Andreu Palou y cuenta con el trabajo de Catalina Picó y Paula Oliver, doctoras, y Tona Fuster, que está cursando su tesis doctoral.
El beta-caroteno es un pigmento natural de las plantas. Por poner un ejemplo, es el responsable del color anaranjado de las zanahorias, aunque también se encuentra en los vegetales de hojas verdes, como por ejemplo en las espinacas y las acelgas, y en la fruta.
Todo apunta a que personas que comen mucha fruta y verdura y tienen niveles altos de beta-caroteno en la sangre están más protegidas contra el cáncer de pulmón. Además, se sabe que su principal derivado, el ácido retinoico, sí tiene efectos sobre los mecanismos moleculares de la obesidad y la diabetes asociada.
Fuster señala que «el beta-caroteno es el precursor más potente de vitamina A. Es decir, cuando lo ingerimos, se transforma en vitamina A, o ácido retinoico. Hay experimentaciones previas que proporcionaban vitamina A a fumadores y no fumadores. Estos estudios fueron suspendidos antes del plazo previsto porque eran peligrosos para los fumadores, que iban muriéndose de cáncer de pulmón. No se sabe aún si lo perjudicial era dar el beta-caroteno o la vitamina A sola o lo era la elevada dosis proporcionada de esta vitamina».
En la UIB, a los hurones se les proporcionaba una dosis diaria de beta-caroteno en una disolución con agua. Mientras están vivos, se les extrae y analiza la sangre y, en ocasiones, se les practica una biopsia para analizar el tejido adiposo, es decir, la grasa. Cuando ya han cumplido su misión para la experimentación, se les sacrifica y se diseccionan y analizan sus tejidos.
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