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C. AGUSTIN
Entrar y salir del centro de Palma es una odisea a la que se enfrentan los sufridos profesionales del volante. Los taxistas, entre muchos otros ciudadanos de Palma, trabajan en una ciudad que se ha convertido «en un caos», dicen. «Palma es una ciudad imposible».

«Tarde o temprano el Ajuntament deberá cerrar al tráfico el centro de Palma», «así no se puede continuar»... son algunas de las frases que sirven como botón de muestra del sentir de muchos taxistas que se las ven y desean para entrar y salir de Palma.

Desde Jaume III para salir de Palma «hay que bajar por avenida Argentina al Marítim o bien subir por Conquistador, Colón y Flassaders, hasta Avingudes», comentaba un taxista que denuncia como una vuelta de apenas cinco minutos «se triplica».

Todo esto crispa a los taxistas porque «quemamos demasiado tiempo en una vuelta y, lógicamente, también al cliente que paga caro un simple trayecto. Además si tiene prisa, el servicio no sólo es caro, el cliente piensa que es malo», comenta.

Una de las peticiones que mantiene el colectivo de taxistas en Cort es que los pilones fijos que prohíben la entrada a Sant Francesc sean retráctiles, decía otro de los profesionales del volante encuestado por este periódico que considera que la entrada y salida del centro de Palma, al estar prohibida la entrada en la plaza, «es complicada».

«Hay que sincronizar mejor los semáforos», sugería otro taxista. En el cruce del Passeig Mallorca y Jaume III, antes de coger la calle Menorca, «siempre se bloquea el cruce porque los tiempos de los semáforos están mal coordinados». El Passeig Marítim es otro de los puntos negros de Palma: «Habría que prohibir el paso de camiones, que vayan por la vía de cintura».