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S. CARBONELL/EFE
Proyecto Hombre ha atendido en lo que va de año a 767 toxicómanos, con lo que calcula que a finales de 2006 habrán solicitado su ayuda unas 1.200 personas adictas a distintas sustancias estupefacientes, la cifra más alta desde que empezó su actividad en Balears hace ahora 19 años.

Cada vez, añadió, hay más personas con enfermedades mentales asociadas al consumo de droga, que en el caso de una de las comunidades terapéuticas de Proyecto Hombre afectan al 50 por ciento de sus integrantes.

Así lo explicó ayer el director general de Proyecto Hombre, Juan Manuel Quetglas, afirmando que en los últimos años ha aumentado el número de adictos a la cocaína y que se ha producido un cambio en el modo de consumir tanto en el caso de los dependientes de esta sustancia como de los heroinómanos, que han pasado de «inyectarse la droga a fumársela».

Según dijo Quetglas, en el último año se ha registrado además un aumento «relativamente importante» del número de mujeres que han ingresado en alguno de los programas de tratamiento de Proyecto Hombre, así como de los inmigrantes atendidos, que han pasado de representar el 2 por ciento al 8 por ciento de los afectados.

Entre este colectivo, precisó, «no destaca ninguna población en especial», pues entre los inmigrantes que iniciaron un programa de deshabituación en el último año figuran tanto africanos como sudamericanos y personas procedentes de los países que se han incorporado recientemente a la Unión Europea.

En cuanto a las drogas de síntesis, Proyecto Hombre no ha notado una mayor demanda en los programas de desintoxicación que ofrece, pero sí que ha constatado un aumento de los adolescentes que piden tratamiento por consumo de cocaína.

Por su parte el presidente de Proyecto Hombre, Tomeu Català, hizo balance de la actividad llevada a cabo por esta entidad en Balears desde 1987, periodo en el que esta organización ha atendido a unos 5.400 drogodependientes en sus diferentes programas de desintoxicación. El perfil de los toxicómanos que acuden a Proyecto Hombre ha ido cambiando, pues «vemos drogas nuevas, pero las antiguas nunca desaparecen», por lo que «cada vez hay más», afirmó.