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La Platja de Palma ya empieza a recibir a los primeros grupos de «Kegel Club», turistas alemanes, tanto hombres como mujeres, seguidores de un determinado equipo de fútbol que vienen a la Isla con un único objetivo: pasárselo bien.
Los Kegel Club son grupos de amigos que se reunían durante los fines de semana. Debido a la buena situación económica de los últimos años, tenían mayor movilidad y Mallorca estaba a su alcance y empezaron a venir aquí. Desde entonces, se han mantenido fieles a su cita. Vienen de mayo a junio y de septiembre a octubre, es decir durante los meses en los que no abundan los turistas habituales con lo que, gracias a ellos, se alarga la temporada en esta zona.
Una vez que llegan, su ritmo de vida es vertiginoso pero lineal, ya que no varía.

Durante el día, van a la playa, concretamente al balneario 6, donde empieza la fiesta a base de sangría y cerveza. Transportan la bebida, desde el supermercado a la playa, en grandes cubos de donde beben todos ellos con unas largas «pajitas». Al contrario de lo que se piensa, estos grupos de turistas están bastante organizados, siempre hay uno de ellos que no bebe (se van alternando por día) para que este sea el responsable de los demás y pueda pagar en los bares y llevar a sus compañeros hasta el hotel llegada la hora de descansar. Dormir, duermen poco.

Tras la playa, donde se ya han puesto hasta los topes de alcohol, continúan la fiesta en los bares de la Bierstrasse, el Mega Park y los bares de en frente del balneario 6 hasta que el cuerpo aguante. Sólo descansan un par de horas y después vuelven a repetir el mismo patrón de marcha.
Debido a la restricción del volumen de la música en la Platja de Palma por parte de la normativa del Ajuntament, estos turistas están descontentos y se sienten engañados, ya que no es lo que conocían. Este hecho también ha creado cierta preocupación entre el sector de la restauración que teme que estos visitantes decidan no volver en años posteriores.
Lo cierto es que la imagen de esta zona ha cambiado considerablemente, ya que la música es apenas perceptible y tampoco se permite el entretenimiento. Los turistas toman la opción de llevarse su propio radiocasette a la playa y montarse su propia fiesta, siempre con un control del volumen.
Se espera que en las próximas semanas lleguen muchos más grupos de «Kegel Club»; cuando lleguen a la Isla, todos ellos se encontrarán con esta nueva situación.
Samantha Coquillat