Septiembre ha llegado puntual a su cita plagado de exámenes y cargando a sus espaldas la responsabilidad de dar por terminadas las vacaciones tal y como un día las conocimos. Pero antes de que los estudiantes se enfrenten definitivamente al reto del folio en blanco, este fin de semana hubo tiempo para que el Passeig Marítim de Palma acogiera el último gran botellón antes de los exámenes.
La imagen final de esta cita nocturna es una gran cantidad de bolsas, botellas vacías y vasos de plástico en el asfalto. Sólo unos pocos se comprometen a respetar la limpieza de la ciudad y tirar la basura que han hecho. Ésta es, sin duda, la cara negativa de esta fiesta de amistad.
Litros de alcohol, cantidades industriales de mezcla y nunca suficiente hielo, que cada noche se convierte en un bien escaso, son los ingredientes imprescindibles de toda fiesta en comunidad. Con el licor corriendo por el torrente sanguíneo, los jóvenes mantienen sus más sinceras conversaciones, intercambian confidencias y, entre risas, se desean suerte para los últimos obstáculos del curso.
Luego llegan los emotivos abrazos de despedida, estimulados quizá por esa exaltación de la amistad que suelen provocar las melopeas de antología.
Sea como fuere, la cuestión es que se acabó lo que se daba. Agosto ha terminado y el inicio del curso académico está a la vuelta de la esquina. Brindemos por tanto por el verano que, aunque no ha llegado a su fin en cuanto al calendario, sí se ha ido para muchos. También, por supuesto, brindemos por el verano que viene. ¡Salud!
Fran Casillas/R.D
Fotos: Nuria Rincón
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