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El mallorquín Jorge Lorenzo se proclamaba ayer campeón del mundo de motociclismo en la categoría de 250 centímetros cúbicos, sumándose de esta forma a un elenco de deportistas de primer nivel que han puesto en lo más alto el nombre de la Isla. Lorenzo, un joven de tan sólo 19 años de edad, tiene aún por delante una prometedora carrera en el mundo del motor, pero tras haber conseguido en el circuito Ricardo Tormo de la Comunidad Valenciana el título mundial ha dado ese primer paso que únicamente está al alcance de los más grandes.

Lorenzo ha pasado de ser un piloto más impulsivo a controlar mucho más las carreras, a no dejarse llevar y, de este modo, ha conseguido un éxito más que merecido en una temporada que no ha resultado fácil en absoluto y que también ha tenido sus momentos amargos.

Este nuevo triunfo del deporte balear se suma a los conseguidos por los mallorquines Joan Llaneras y Rudy Fernández, campeones del mundo también este año de ciclismo en pista y baloncesto respectivamente, y a los de Rafael Nadal, Elena Gómez, Carlos Moyà, o el ibicenco Felipe Vivancos. Esto pone de relieve que el sacrificio de estos deportistas y de sus familias ha suplido con creces las enormes carencias que tiene nuestro país en infraestructuras para que desde la infancia más temprana los niños puedan desarrollar sus capacidades.

En esta tarea tienen el deber de implicarse las Administraciones públicas, puesto que es esencial, con la vista puesta en el futuro, que los jóvenes cuenten con los medios precisos para el ejercicio y la práctica del deporte. Y, aunque se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, aún no es suficiente. Un éxito como el de Jorge Lorenzo es un acicate para los menores, pero, sin la ayuda precisa, será sólo un deseo difícilmente alcanzable.