La embarcación fue construida en torno al año 1900 en Portocolom.

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Navegar en un llaüt antiguo de construcción mallorquina constituye un placer al alcance de una minoría de navegantes cada vez más minoritarios ante el auge de la náutica deportiva y los materiales sintéticos. Así lo entiende Jaume Bestard, cuya vida ha transcurrido entre los aires de la ruralía en una antigua possessió y las singladuras por el mar balear. Hace ya 37 años que adquirió esta embarcación que, como un miembro más de su familia, le ha reportado emotivas vivencias y nostálgicos recuerdos.

«Toda la estructura de las cuadernas y el forro es original, así como algunos elementos del interior como la escala de acceso a la cámara», indica Bestard, quien nos invita a subir a bordo en su atraque del Club Náutico de Santa Ponça donde posee su amarre bajo una lona que le proteje de las inclemencias del tiempo.

Ellaüt El Gordito fue construido alrededor de 1900 en Portocolom según las técnicas artesanales de los mestres d'aixa. Allí, en el salobrar, sus maderas de pino con algunos elementos de encina se secaron a la luz de la luna durante tres años antes de cobrar forma. Despuntaba el siglo XX cuando inició sus primeras singladuras. Sus 10 metros de eslora, 12 con el botalón y 3'30 de manga sumaban un desplazamiento de 10 toneladas, toda una garantía de estabilidad en sus tareas marineras destinadas a la pesca. Por aquel entonces, el ocio a bordo de un barco se limitaba a los más exclusivos yates y a unos pocos vapores destinados a excursiones turísticas. Se trata pues de un ejemplo emblemático de embarcación tradicional cuya tipología se encuentra en progresiva extinción.

Su interior, inmerso en el aroma inconfundible de las embarcaciones de madera, nos remite a otra época más romántica. Hasta el timón, de caña o el mástil enclavado en la quilla, la chimenea de una antigua cocina de leña, unos grandes remos o el puntal de polea que revela la anterior existencia de una maquinilla de redes, conforman un entorno con todo el encanto de antaño, al que contribuyen una pequeña colección de objetos náuticos de época como un altavoz, un encendedor de mecha o un compás.

Gabriel Alomar
(texto y foto)