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tephanie Mc Graw es norteamericana, aunque no lo parezca, de 103 años de edad. Vive en Escondido, un pueblo cercado a la ciudad de San Diego (California), ciudad fundada por nuestro paisano fray Junípero Serra, de quien ella ha oído hablar mucho. «Incluso hemos visitado algunas de las misiones que fundó en California».

Su marido y ella estuvieron vinculadas al cine, en Hollywood. Él, como técnico de luces, y ella, como peluquera. Peluquera de Jane Russell y Marilyn Monroe, entre otras ilustres actrices de la época dorada.

El matrimonio no tuvo hijos, por lo que adoptaron uno.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Stephanie y su esposo viajaron a Europa. Estando en el sur de Francia, sintieron frío. Alguien les habló de Mallorca y, sobre todo, de lo bien que se estaba en dicha isla, así como de su excelente clima.

Sin pensárselo, se pusieron en marcha. En coche, primero, y en barco, para cruzar el Mediterráneo desde Barcelona, llegaron a la Isla. Nada más poner los pies en el puerto de Palma conocieron a Francisco Alarcón, con el que entablaron una gran amistad, hasta el punto de que éste y su familia viajaron a la casa de aquellos en Escondido. Y viceversa. Una amistad que pasó luego a sus hijos y que ha contribuido a que Stephanie se haya integrado mucho en la Isla, hasta el punto de haberse puesto en más de una ocasión el rebosillo y el traje de payesa mallorquina.

Como se siente tan feliz en Mallorca, incluso tras enviudar ha seguido viendo a la Isla, donde ahora se encuentra.
Ayer, a medio día, Isabel Alarcón, hija de Francisco, organizó en sa Cranca un almuerzo al que asistieron, por una parte, Stephanie, su nuera, la hermana de ésta y su consuegra, todas llegadas recientemente de Estados Unidos; y por otra, los Alarcón, «todos amigos de ella. Es una comida para consolidar la amistad que surgió entre ellos y nosotros hace más de cincuenta años, aquella mañana que ellos llegaron a Palma y que la casualidad los puso delante de mi padre. Una amistad que espero que perduré por muchos años más».

Stephanie, que como decimos ni siquiera aparenta haber superado el siglo de vida, reconoce que últimamente no se encontraba muy bien de las piernas, «pero que al saber que íbamos a volver a Mallorca se me han ido todos los males. Ha sido como un milagro, y es que aquí me encuentro muy feliz entre ellos, mis buenos amigos. Porque una de las mejores cosas que nos ha pasado en la vida fue encontrarnos aquella mañana con Francisco Alarcón».