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Todo mitin es un espectáculo que debe combinar, para conseguir enganchar al espectador, diversos elementos: luces, globos, confeti, la plana mayor del partido en cuestión y a muchos pero que muchos simpatizantes y militantes. Luego, se baten los ingredientes con garbo y el cóctel resultante se ofrece a la sociedad para que deguste la experiencia. Ahora, la pregunta es: ¿Supo Rajoy equilibrar con acierto cada uno de los componentes?

Para una vecina de Inca la respuesta fue, sin lugar a dudas y a pesar de su pasión por Pere Rotger, afirmativa. «A jo, qui m'ha agradat ha estat el nostre batle, en Pere», decía, mientras comentaba que la referencia a los autónomos o a las pensiones de viudedad la habían encandilado. «Apúntalo, apúntalo, eso es muy importante», aseguraba.

No fue la única que se encandiló. Las 5.000 personas que abarrotaron el pabellón municipal demostraron su pasión por su líder, que «jugaba en casa», como repitieron todos los que subieron al estrado a hablar, desde el propio Rotger a Estarás.

Teóricamente, al estar en precampaña, el líder de los populares no podía pedir el voto de forma expresa, algo que cumplió a rajatabla. Sólo expresó deseos, «cuando gobernemos» haremos esto o lo otro, o recordó lo mal que lo había hecho Zapatero a lo largo de estos cuatro años. Y, todo, con la melodía del PP de fondo y una novedad, una cumbia rajoyera que se repitió antes y después del mitin. «Oye Rajoy, Mariano Rajoy, que de verdad contigo estoy», decía la letra de la canción, de cantante desconocido.

Sí se echó de menos alguna palabra en catalán, aunque fuera un «Bona nit» para quedar bien con el personal, o alguna referencia concreta a Balears, aunque fuera una pequeña promesa para su electorado local. O algo más de improvisación mitinera, es decir, que no estuviera todo tan marcado por el reloj: inicio a las 20.00, Estarás, reloj en mano, a las 20.15; Rajoy, quince minutos después y despedida a las 21.00 en punto. Puntualidad inglesa con acento autóctono.

Sólo se registró un incidente. La Associació d'Amics del Poble Saharauí de les Illes Balears repartió folletos con el lema «Abans de votar, reflexiona i recorda't del Sàhara». Una vez dentro, cuatro miembros de la entidad desplegaron varias pancartas en las que se podía leer «Sáhara, cuestión de Estado». Acto seguido, fueron invitados amablemente a abandonar el pabellón. «No hemos hecho ningún acto político, sólo queríamos llamar la atención sobre una cuestión que todo el mundo ha olvidado, desde Zapatero hasta Rajoy», dijeron a la salida del recinto.

Dentro, las banderas del PP fueron mayoría, muy por encima de las españolas (no abundaron en exceso) y las mallorquinas (sólo pudo verse una situada estratégicamente detrás de Rajoy). La presencia de la plana mayor del PP mallorquín redondeó la velada, en la que Catalina Cirer fue una de las más entregadas. Hasta se atrevió a ponerse una banderita de su partido en el pelo, como las que lucen los combinados perfectos. Al final, globos y confetis para terminar el cóctel y degustarlo de regreso a casa. Lo dicho, todo mitin es un espectáculo.