TW
0

A falta de cerrar unos pequeños flecos, el coronel Amnom Maor, posiblemente el mejor maestro de Krav Maga del mundo, llegará a Palma a primeros de mayo para impartir un cursillo de esta modalidad de lucha y defensa personal, propia de los escoltas, de las fuerzas especiales del Ejército israelí y de los yaman o unidad antiterrorista de la policía, a los cuales instruye. Se trata de un sistema de defensa y ataque a base de agarres, golpes secos, volteos, estrangulamientos y patadas, todo muy preciso y de una enorme efectividad ya que desarma de inmediato a la persona que atenta contra su integridad. Amnom, que en más de una ocasión ha reconocido su admiración por Mallorca, podría convertirla en su residencia definitiva.

En Hertzeliya, una próspera ciudad próxima a Tel Aviv, se ha celebrado a lo largo de la última semana un curso de Krav Maga, en el que han participado escoltas, miembros de la seguridad estatal y privada, entre ellos varios escoltas que trabajan en el País Vasco. De Mallorca han asistido a dicho curso tres personas, un instructor y experto en seguridad, José Félix Ramajo; un miembro del Cuerpo y Fuerzas de Seguridad del Estado, cuyo nombre, dado que pertenece a los Servicios de Información de uno de esos Cuerpos, omitimos, y Diana Lucero, para el gran público una bailarina, pero experta en manejo de armas y en defensa personal, dado que en su país, Argentina, prestaba sus servicios como agente de seguridad en discotecas. Allí se la conocía como Lady Gluck, dada su habilidad con la pistola gluck, «que fue con la que aprendí a disparar». Ahora, a ese título le puede añadir el de Miss Uzi. Se lo dio el instructor de tiro del curso Krav Maga, ya que este también incluye un apartado de entrenamiento con armas de fuego, largas y cortas, dada la habilidad que puso de manifiesto con esta arma de alta precisión desde el primer momento que la tuvo en sus manos.

Durante los días que ha durado el curso "de domingo a viernes, hasta la hora del inicio del sabbath" Diana ha sido de los primeros en formar; de los primeros a la hora de trabajar, a veces muy duro; de los primeros en romperse lo nudillos de las manos golpeando al saco; de los primeros en llegar al campo de entrenamiento y de los últimos en abandonarlo; en los combates, o simulacros de cuerpo a cuerpo, ha tenido siempre enfrente a hombres, entre otras cosas porque no había otra mujer para emparejarla. Y la hora de manejar el arma, fuera corta o larga, jamás le ha temblado la muñeca ni le ha dolido el hombro a causa del retroceso del uzi, ni ha abandonado a la hora de correr sobre la arena de la playa.