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En Lompoul, al norte de Dakar (Senegal), todo el mundo trabaja, desde los dentistas al buenazo de en Bernat, marido de Silvia Riera, la cónsul de Polonia y directora de Nueva Europa, a quien se le han nombrado encargado de limpieza de material, pasando por enfermeras y auxiliares-voluntarios, sin olvidar a Miguel S. Canals, que se ha encargado de hacer un reportaje gráfico y de vídeo de esta aventura; Tico, el 'Mac Guiver' de Àfrica 2008, y Madiope, el senegalés mallorquín, que se encarga de resolver cuanto problema no técnico se presente, como, por ejemplo, tener a punto toda la documentación del convoy para emprender un regreso sin sobresaltos, cosa que el viernes le tuvo completamente ocupado durante todo el día.

Quiérase, o no, aquí el día amanece temprano, incluso antes de que salga el sol, pues el ir y venir de los pescadores a sus cayucos interrumpe el sueño de quienes pernoctamos cerca de la playa, o sea, nosotros. Porque mientras unos duermen en sacos, en tres cuartuchos de mala muerte, en una especie de corral donde viven varias cabras y un caballo, otros "en Bernat y yo" lo hacemos en el Máximus, que es como se denomina al mayor de los vehículos que componen el convoy de Dentistas sobre Ruedas, que permanece estacionado casi en frente de la playa, una especie de doble apartamento de reducidas dimensiones sobre ruedas, pero suficientes para meter nuestros cuerpos, y que no cambiamos por los habitáculos del corral.

Tras la ducha, que es comunitaria, llega el desayuno. Al igual que la comida y la cena, se hace sobre la alfombra del salón principal de la casa de la mujer más rica del pueblo, Matel, aunque también algunas noches cenamos en el corral, bajo las estrellas. Todos nos sentamos, o permanecemos en cuclillas, en torno a un puchero de aguachirrri engañado con nescafé azucarado que con mucha imaginación puede pasar como café. Pero es que no hay más. Bueno, sí; si te quedas con apetito te compras una banana o un mango en cualquiera de los tenderetes que se extienden en parte, y a ambos lados, de la única carretera que hay y que llega hasta el mar. A partir de ahí, cada cual se va a su trabajo, que en cuestión de extracciones tiene lugar en dos sitios, en la clínica móvil y en el local que la junta del puerto local nos ha prestado. Cuando llegamos, ya hay cerca de cincuenta personas aguardando, algunas de ellas llegadas de ni se sabe dónde, generalmente a pie.

Aunque el objetivo de llegar a 500 pacientes está más que superado, y encima el cansancio ya está empezando a dejarse notar "muchos llevan en esto cerca de un mes, habiendo pasado, además, los rigores de Mauritania", se sigue trabajando duro durante toda la mañana y desde las cinco de la tarde hasta pasadas las diez de la noche. Una machada, vamos. Anteayer, por tener que mandar crónicas, tuve que desplazarme a Kebemer, a casi una hora de distancia "en Senegal las distancias se cuentan por tiempo, no por kilómetros". Me acompañó Miguel S. Canals y, en apenas dos horas que estuvimos allí, tuvimos tiempo para discutir con el dueño del ciber, que pretendía cobrarnos mil cefas, en vez de doscientas, que es lo que cuesta una hora de Internet, charlar un rato con varios tipos que encontramos en un tenderete en la vía principal, charla interesante por cierto, pues nos estuvieron comentado que en Senegal, el que más tiene cuatro mujeres dedicando tres días a cada una, y que entre ellas hay buen rollo y, por último, discutir con el taxista que nos pedía veinte mil cefas, pero que al decirle que ni hablar nos rebajó la cantidad a seis mil, y nosotros, encima, se lo rebajamos a cinco mil.

De nuevo en Lampoul, supimos que una asociación de mujeres del pueblo tiene la intención de donar a DSR un terreno para que construyan un hospital. Es una idea que viene de largo, pero que ahora, habiendo sido reconocido por el Gobierno senegalés, tiene potestad de recibir, comprar o vender en este país, terreno que no se sabe todavía ni dónde está ni cuál es su extensión, pero un terreno al fin y al cabo que les cae del cielo y del que sabrán sacar gran provecho en beneficio de los habitantes de esta localidad costera.

Una buena noticia que, sin duda, celebramos.