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En verano el aeropuerto de Palma se convierte en el sitio más concurrido de la Isla. Son Sant Joan requiere de mucha mano de obra para que todo esté en orden. En esta macro-cadena de trabajadores adquieren un papel importante las guías transferistas. Multitud de cartelitos con el nombre del touroperador esperan a la llegada de los turistas. Dicen que la primera impresión es la que cuenta y son ellos quienes tienen el contacto inicial con el recién llegado a la Isla. En ocasiones se rompe el hielo con, «Gracias por viajar» con nosotros»; en otras, simplemente basta con un eficaz y escueto, «Bienvenido a Mallorca».

A las 13.00 horas llega un avión procedente de Dublín. En la puerta de llegadas se acumulan familiares, amigos y, como no, guías transferista. Anne trabaja para la empresa Budget Travel. No quita ojo a la puerta automática por la que deben salir sus clientes. «Somos la compañía más barata de Irlanda», asegura con una sonrisa. Su tarea es acompañar a cada turista a sus respectivos hoteles y facilitarles la información básica para moverse por la Isla. Sin embargo, su trabajo va más allá del aeropuerto: «Tras la llegada realizamos el Welcome meeting, donde ofrecemos excursiones, y es aquí donde se saca más beneficio». Unos metros a su derecha se encuentra Dorothy, que se mantiene atenta a la espera de novedades. «Me encanta mi trabajo, lo único que me molesta es estar de pie tanto rato». Su jornada laboral alcanza las diez horas y únicamente trata con clientela inglesa. «Mi compañía ofrece un turismo cinco estrellas, ofrecemos servicios especiales de lujo», explica Dorothy.

Si bien es cierto que los clientes extranjeros copan gran parte del turismo, es preciso destacar que los españoles de la Península también se acuerdan de Mallorca en sus vacaciones. El Corte Inglés no podía faltar a la cita. Sandra es una joven de 18 años que trabaja para la multinacional española. En principio su jornada empieza a las 15.00 horas y acaba a las 20.00 horas. No obstante, en ocasiones no sucede así: «Mi jornada acaba con el último vuelo. Si es preciso, estoy hasta la una de la madrugada». Esta guía transferista destaca por su belleza, pero aún más por su trato cariñoso. «Me gusta ser amable con los clientes, les pregunto por el vuelo e intento que estén cómodos nada más llegar» Para que el cliente disfrute, todo tiene que estar en orden y sin las guías transferista el orden y el disfrute quedan un poco más lejos.