El alcohol está presente en la mayoría de las vidas de aquellos que sufren una adicción, pues, tal y como muestran los informes de la Clínica Capistrano, que dirige el médico en Psiquiatría José María Vázquez Roel, desde 1995 hasta 2005 un 54% de las personas que ingresaban en la clínica era porque el alcohol era su principal adicción. A los que hay que añadir el 65% de aquellos que tenían la bebida como segunda adicción.
En los últimos años las adicciones han cambiado, pues «la heroína casi ha desaparecido, mientras que la cocaína mezclada con el alcohol ha subido notablemente», recuerda José María Vázquez Roel. Mientras que han aparecido otras problemáticas que no son a una sustancia química, «como el juego on-line o la anorexia». El problema radica, en un alto porcentaje de casos, en que el afectado no reconoce su problemática, los familiares son los primeros que se dan cuenta, «mientras que el afectado no lo admite y lo empieza a ocultar».
El enfermo tiene dos «sutilezas» que le pueden llevar a saber de su problema. Cuando una persona se plantea, por ejemplo, dejar de beber por un 'tiempecito' es porque ya y quizás de forma inconsciente sufre un problema con dicha sustancia, pues se quiere demostrar a sí mismo que es capaz de no consumir. Lo más probable es que pueda, pero volverá a caer porque «el hábito es un aprendizaje del cerebro y por lo tanto el adicto es una persona psíquicamente enganchada y lo quiere romper», explica Vázquez Roel. El segundo síntoma es la irritación que sufre el adicto cuando se le menciona su posible problema. Cuando alguien se pasa de beber una noche y se lo recuerdan, lo admitirá. Mientras que aquel que verdaderamente padezca una adicción se sentirá ofendido.
Que el alcohol está inmerso en la sociedad no es una novedad, pero se convierte en «una causa de los problemas de las personas o en el efecto de los mismos problemas», señala Vázques Roel. Pero para eso existen los tratamientos de desintoxicación que ofrece la clínica Capistrano, donde se facilitan varios tipos de tratamientos «donde la abstinencia es un método» y no un fin para deshacerse de cualquier tipo de adicción.
La clínica Capistrano, con Vázquez Roel a la cabeza, ha tratado a miles de personas que no han encontrado solución a sus problemas de adicción. Más en concreto a su enfermedad de adicción, pues «el adicto es un enfermo y en ningún caso puede hablarse de vicio o debilidad ya que nadie enferma como parte de una decisión voluntaria», explica Roel.
El tratamiento de la clínica Capistrano, con ocho psicólogos y el mismo Roel, consiste en un programa terapéutico individualizado para el que se recomienda que el paciente quede internado en el centro, «aunque si no quiere ingresar, preferimos que al menos venga a terapias a que no venga».
La finalidad es que durante un mes «de carácter intensivo» el enfermo desconecte del exterior, no tenga ni estrés laboral ni familiar. «No apartamos al paciente de la sociedad», razona Roel. Lo que hacen es, en el menor tiempo posible, un aprendizaje intensivo y unas técnicas de precaución de recaídas. Luego se continúa con terapias hasta cumplir el año.
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