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Hace un año y medio, Carlos Agustín, que fuera fotógrafo de Ultima Hora y que vive ahora en Madrid, me llamó para decirme que con Pepe Milán, músico -fundó Euterpe, cantó con Juanito Bibiloni-, Milán, Bibiloni y Gènia Tobín, tenían la intención de hacer un libro sobre el Centro de la Guitarra de Palma. «Pepe ha conseguido muchas fotografías así como textos de músicos locales, nacionales y extranjeros que lo frecuentaron, que tocaron en él o que, simplemente, iban a tomarse una copa, a hacer tertulia o a escuchar al concertista de turno, además de mucha gente que de forma directa no tenía que ver con la música pero que les entusiasmaba su mundo, y sobre todo porque en ese lugar se encontraban muy a gusto». Hablo ahora -anteayer- con Pepe Milán, que sabía de la muerte de Peter, pues mantiene correspondencia con su familia -«fue su mujer quien, vía e-mail, me dio la mala nueva», me dijo- y le pregunto que cómo anda el libro. «Anda mal. Tenemos cientos de fotos, numerosos recortes de periódicos de la época y escritos de quienes frecuentaron el centro, muchos de ellos músicos en activo, también los hay jubilados así como músicos que la vida los llevó por otros caminos, pero ahí se acaba todo», dice con cierto pesar. Por lo visto han hecho un recorrido a través de las instituciones y todo han sido buenas palabras, eso sí, tras recordar a más de un responsable de la Cultura qué fue el Centro de la Guitarra y qué supuso para Ciutat, Mallorca y Balears a lo largo de casi veinte años: ni más ni menos que un pedazo de su historia. El problema de nuestra clase política en general, y de la Cultura en particular, es que suele invertir en lo que sirva para que el electorado recuerde que existen, y no en un libro sobre algo que tiene que ver con la historia de la ciudad. Quien dice un libro dice en un Museo del Humor que recopile el humor de nuestro archipiélago en forma de documentos audiovisuales. El libro sobre el Centro de la Guitarra, como decimos, está hecho. Escrito y ampliamente documentado. Ahora sólo falta la institución que lo financie. Bien, pues. ¿Quién le pondrá el cascabel a este gato?