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Por espacio de una semana Ultima Hora ha tomado parte en Madrid, en la Escuela de Guerra del Ejército -y otros lugares: academias militares de Ingenieros e Infantería, campo de maniobras de Alijares, Escuela de Medicina Militar o Emisan, Femet, etc.- en unas jornadas dirigidas a los corresponsales de guerra, en las que este redactor ha aprendido, entre otras cosas, a saber cómo moverme en un conflicto -desde la caída del Muro a las guerras se las llama conflicto- y, sobre todo, ver dónde pongo los pies. Claro que una cosa es la teoría y otra la practica. Una cosa es cómo te lo cuentan y otra cómo lo vives. Yo he estado en algún conflicto y, si he de ser sincero, la mayoría de las cosas que he hecho en él no se ajustan para nada a lo que debería haber hecho.

He aprendido, por ejemplo, a no coger nada del suelo que no se me haya caído, ya que ese casco, mortero o algo habitual en la guerra, que a lo mejor encuentro en el camino y me llevo a casa como souvenir, puede ser una bomba-trampa; puede estar unido, a través de un hilo invisible, a una carga, que al mínimo tirón, explotará. Porque en las guerras actuales, guerras asimétricas, en las que el enemigo es invisible -Irak y Afganistán, por poner dos ejemplos, aparte de eso, invisible, es ingenioso ya que con un poco de carga, seguramente robada al enemigo, un reloj y un percutor casero, te monta una bomba capaz de cargarse todo lo que encuentre en dos o tres metros a su alrededor.

Si tú tienes un radar capaz de detectar todo cuanto se mueva en un radio más o menos grande, un radar que te avisa de la proximidad o de los movimientos del enemigo -un radar que vale un dineral y que es un problema trasladarlo- ellos tienen a Hassan Mohamed, un chaval de diez años al que le colocan con una pelota delante de la base para que retenga cuanto sale y entra en ella, donde va, o donde se detiene, para luego contárselo a quien pone la bomba, que seguramente grabará el momento en que haga explosión, y que colgará en internet para publicitar su acción y, de paso, aterrorizar a medio mundo. ¿Qué puede hacer un Leopard, el tanque cuyo cañón ven a la izquierda, ante un enemigo invisible? Desde luego, pocas cosas. Pese a su fortaleza, puede ser abatido en cualquier emboscada que le hagan en cualquier carretera de cualquiera de estos países. De ahí que tenga que tomar también sus precauciones.

Pues bien, en medio de todo eso, estamos nosotros, lo periodistas enviados especiales al conflicto, o corresponsales de guerra. Y en medio de todo eso debemos saber movernos. Y eso es a lo que hemos ido a Madrid.