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Casi sin precedentes, la sesión de ayer en el Congreso de los Diputados arrojó un resultado abrumador: prácticamente todos "320 de 325 diputados" apoyaron al Gobierno en su cruzada para salvar el sistema financiero español. Mucho había amenazado Rajoy a la hora de valorar las iniciativas de Zapatero, pero finalmente un fin de semana de conversaciones entre el ministro Pedro Solbes y el responsable económico del PP, Cristóbal Montoro, ha conseguido el milagro: hay acuerdo entre Gobierno y oposición, algo raro de ver.

Así que ya tenemos medidas excepcionales de apoyo a la banca, dos decretos que servirán para apuntalar la capacidad de liquidez de los bancos españoles para propiciar que retorne el flujo crediticio hacia la sociedad.

Era algo que reclamaban a gritos pequeños y medianos empresarios, además de particulares que veían cómo, sin el apoyo de un préstamo bancario, se frustraban millones de operaciones de compraventa en sectores tan claves como el inmobiliario y el de automoción.

De cualquier forma las medidas deben ser bienvenidas como un pequeño vendaje a un gran herido. No detendrán la hemorragia de la crisis, pero sí la ralentizarán un poco. El panorama económico sigue siendo más que sombrío y el verdadero motor de nuestro crecimiento, la construcción y el consumo, continuarán resintiéndose. Lo más fácil ya está hecho "inyectar dinero público, dinero de todos", ahora queda lo realmente difícil: reorientar una economía, buscar alternativas, apostar por la formación y la investigación. En fin, todo eso que ningún Gobierno de este país se ha atrevido a hacer.