EMILI GENÉ
De entrada, debemos felicitarnos: el nivel de ruido de nuestras tertulias es soportable. Frente al desmadre decibélico y al formato de patio marginaloide de tantas seudo tertulias en las teles de ámbito estatal, las que ofrecen nuestras cadenas se parecen más a las que emite TV3. Moderadores discretos, invitados civilizados. No es casualidad. Nunca es casual lo que sucede en un plató ni lo que se diseña en un despacho entre productor y responsables de un programa. El look, el ritmo, el tono... son marca de la casa. Curiosamente, las tertulias de Canal 9 son clones de las que montan a lo largo de las Españas: agresivas, plagadas de interrupciones, broncas. Por algo la Comunitat Valenciana es la patria de Tómbola, de la misma forma que Tele 5 es la cuna del Tomate: por sus tertulias los conoceréis. Decía pues que aquí discutimos sin insultos y pidiendo turno de palabra, algo que seguramente no sabemos valorar cuando hacemos balance de lo mucho que nos cuestan las televisiones insulares: transmiten un modelo positivo de convivencia. ¿A cambio de no entregar carne fresca a la audiencia, léase escándalos, amenazas, descalificaciones, enfados viscerales y todo tipo de conductas basuriles que funcionan como receta del pan y circo? También los intelectuales y parlanchines están sometidos a la ley de los bajos instintos de la audiencia. Pero no, seremos un país corrupto pero nos decimos las verdades en voz baja. Me gustan, pues, nuestras tertulias porque pueden seguirse los argumentos y los invitados se escuchan antes de construir sus réplicas. Sin que resulten light. Las dos de IB3, por ejemplo, son las más cañeras. Y eso que sus dos moderadores son modelo de buen hacer y estar, Joan Frontera en estilo más senior y profesional, Rafel Gallego en plan juvenil, vacilaciones vocálicas incluidas. Frontera, en esta temporada apartado de las cámaras, es el tipo reposado que se permitía el lujo de buscar asistentes radicales: confiando en sus recursos, cede protagonismo para que ellos aporten el turbo. Les dejaba discrepar con rabia dialéctica (Pons Fraga es un ejemplo de parlamentario apasionado) administrando siempre los tiempos. El efecto balsámico de su mediación se reforzaba con el distanciamiento que siempre imponen los vídeoreportajes. Quizás interesan a la audiencia (una imagen vale más...) pero enfrían a los tertulianos. A 'Caires' -ahora presentado por Gallego- suelen asistir personajes brillantes, con ganas de hablar y cosas que decir, y al final es la tertulia que mejor mantiene la tensión hasta el final. Jaume Sastre, Andreu Manresa, Pere Morey: no hay tópicos pregrabados. También tiende a la izquierda 'En obert', con permiso de Àngela Seguí.
Los platós de la calma
Los tertulianos respetan un código de no agresión que dignifica nuestras cadenas
26/10/08 0:00
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