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Inmerso en una crisis institucional y deportiva con escasos precedentes, el Real Mallorca observa su futuro más inmediato bajo sensaciones encontradas. Si deportivamente la competición todavía le concede cierto margen para la rehabilitación "toda la segunda vuelta de la Liga", la viabilidad económica de la SAD balear plantea serios interrogantes. Es una evidencia que la primera institución social y deportiva de esta Comunitat se ha visto arrastrada por la caída de su propietario Vicenç Grande, cuyo holding empresarial instó fechas atrás un concurso de acreedores de tamaño gigante.

Sin el músculo financiero del Grup Drac, el Mallorca ha sufrido demasiados terremotos y su falta de estabilidad ha repercutido sobre todos sus estamentos. El regreso de Mateu Alemany Font "que administra los derechos políticos del paquete de acciones que controlaba la familia Grande" ha revitalizado la entidad y ha inyectado nueva ilusión al mallorquinismo. El antiguo presidente goza de prestigio y crédito en el mapa futbolístico nacional, pero también es indudable que ha llegado en una situación límite y con muy poco margen para maniobrar.

En pocos días, Alemany ha logrado recuperar la estabilidad institucional y ha mostrado su habilidad al reabrir las puertas del club a viejos e insignes mallorquinistas. El nuevo mandatario también ha tendido la mano a las instituciones. La presencia ayer de Francesc Antich en el palco de Son Moix no fue casual. Tampoco lo fue que el estadio registrara su segunda mejor entrada de la temporada.

Recuperado el apoyo social y político, Alemany debe afrontar otro doble reto: lograr la permanencia y asear la economía del club. No será una empresa sencilla.