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Las últimas cifras del paro en España arrojan un saldo dramático de 3'3 millones de personas tras el avance registrado durante el primer mes del año, muy por encima de las previsiones del Gobierno. Los sucesivos recuentos de desempleados ponen de manifiesto la existencia de una espiral de la que, por el momento, nadie se atreve a dar un pronóstico sobre su final. De hecho, un alto cargo del Ministerio de Trabajo admitía la hipótesis probable de alcanzar la cifra de cuatro millones de parados, un hito que el titular del departamento, Celestino Corbacho, ha querido desmentir pero sin la rotundidad con la que se expresaba hace sólo unas pocas semanas.

La realidad se obstina en desmentir los anuncios de estabilización en la pérdida de empleo, y no obstante esto último el Gobierno aventura una recuperación gracias a los planes de inversión en obra pública que con financiación estatal van a acometer con carácter de urgencia los ayuntamientos. Con todo, no se logra evitar una sensación de descontrol y que la destrucción de puestos de trabajo puede acabar alcanzando unas tasas en los que el riesgo de estallido social es real. Decenas de miles de ciudadanos no cobran ningún tipo de prestación por desempleo.

Balears, en este contexto, mantiene una situación de cierto privilegio respecto a otras Comunidades Autónomas. A pesar de las consecuencias que la crisis económica está teniendo en los principales países emisores "Gran Bretaña y Alemania", el inicio de la temporada turística en apenas tres meses permitirá aliviar la situación de muchas familias, además de los previsibles efectos que tendrá la puesta en marcha de los proyectos municipales y también las vías de incentivación de la inversión desde el Govern, como la aprobación del 'decreto Nadal' para la modernización de la planta hotelera.