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Deià es elegido por la revista Forbes Magazin como uno de los 10 lugares más idílicos de Europa para vivir, por su tranquilidad, por su belleza, por su entorno natural... ¿Es realmente cierta esta afirmación que hace la revista Forbes Magazin? ¿Es oro todo lo que reluce...? Ultima Hora se ha adentrado en los confines del pueblo para investigarlo. Ahí está el resultado.

«Deià es una de las joyas del Mediterráneo, uno de estos lugares que el visitante nunca olvidará: los colores, los olores, los sonidos...» . Estas palabras aparecen en la página web: www.deia.info, las ha escrito Jeremy Lynton, un inglés que actualmente está en Sóller pero ha vivido 15 años en Deià. Contesta al teléfono en catalán. Junto a otros extranjeros que han vivido o viven en Deià, el hecho de aprender y hablar nuestra lengua demuestra la sensibilidad y el amor hacia la tierra que los acoge. Aunque no es oro todo lo que reluce porque, según argumenta Maria Ignàsia Pérez, directora de la Escola Pública 'Robert Graves' de Deià, «desde hace unos años (a partir del 'boom' del turismo de lujo) la mayoría de los residentes que disfrutan de nuestras vistas, montañas, clima, privacidad... no hacen vida de pueblo. Viven en un mundo aislado, tienen su mundo virtual. Habrá algunas excepciones, pocas. También hay otros residentes extranjeros que viven de manera más humilde en Deià, sin tanto lujo, pero a todos ellos les cuesta entender que para vivir aquí han de aceptar que la gente de Deià tiene una historia y un pasado no folcklórico».

Ideal para vivir, por su tranquilidad, su belleza, sus gentes, el entorno natural... «Nadie duda del poder de seducción que tiene Deià», dice el escritor Tomàs Graves, hijo de Robert Graves, «pero la misma revista también afirma que Mick Jagger y Mark Knopfler tocan regularmente en el bar de Deià y nadie los ha visto nunca por el bar. Jagger estuvo en una fiesta de Claudia Schiffer en Ca's Xorc de Sóller y Mark Knopfler quizás pasó unos días en La Residencia, pero de tocar en el bar, nada de nada. También decían que Pablo Picasso vivió en Deià y según el Tio Toni, que ahora tiene 92 años, el pintor nunca había estado en el pueblo». El que sí eligió Deià para vivir fue Robert Graves. Y tal fue su amor por el pueblo que toda su prole aún sigue ahí. Bueno, su hijo Tomàs vive ahora en Vilafranca de Bonany porque el clima de Deià no es el idóneo para cultivar sus lechugas, pero ahí está Leulen Graves, hijo de Joan Graves, un joven Dj que pincha discos en multitud de fiestas en Mallorca. Ésta es su opinión sobre Deià: «Antes venía gente bohemia y creativa que buscaba la inspiración, ahora viene gente con un mogollón de dinero pero no se integran y aportan poco a nivel cultural. Y, ¿qué pasa? Que si vienen los ricos sube todo y los bohemios no pueden venir».

Pere Antoni Reynés, de Es Forn, tiene la tienda de comestibles y el horno donde se elabora pan de todo tipo: de cebolla, de semillas, integral, ecológico... «Deià es único en el mundo», apunta Pere Antoni. «Aquí se valoran las personas por lo que son, no por lo que tienen. Por esto vienen tantos famosos, porque pasan desapercibidos, tienen tranquilidad, intimidad...».

Su hermano Vicenç Reynés es ciclista profesional, actualmente en las filas del equipo americano Team Columbia. También Joan Horrach, el hermano del carpintero del pueblo, es ciclista profesional, este año corre para el equipo ruso Katusha. Todos estos se han formado en el colegio 'Robert Graves' de Deià. Su directora Maria Ignàsia Pérez afirma que «la contradicción mayor es que puede vivir gente con muchos recursos económicos pero los servicios son caros, la vivienda ha subido mucho y varias familias se han desplazado a otros pueblos para encontrar alquileres más bajos. ¡Incluso las viviendas de protección oficial son más caras! La recogida de basuras tiene una de las tasas más alta de Balears. El agua potable no es escasa pero se consume mucha porque el nivel de lujo así lo requiere y esto hace que los acuíferos, aunque muy potentes en esta zona, sean insuficientes, sobre todo en verano. Al final, a pesar de todas las dificultades, nos compensa vivir o trabajar en un lugar tan idílico como Deià.

Los visitantes de otras décadas (más bohemios, más ilustres...) lo captaron enseguida y, aunque no todos se integraron, sí que dejaron su huella aquí, y se llevaron la nuestra por todo el mundo».