La historiadora Elena Rodríguez (Palma, 1976) trabaja desde hace seis años en el archivo del hoy llamado Memorial de Buchenwald, que durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial fue uno de los mayores campos de concentración de Alemania, del que dependían un total de 136 subcampos. En total murieron en él unas 56.000 personas.
Su trabajo consiste, esencialmente, en la conservación de todos los documentos de aquellos años y también en atender directamente a los familiares e investigadores que buscan información de personas que estuvieron presas en Buchenwald. Todavía ahora, tantos años después, hay personas que descubren que un familiar fue encerrado o murió en este antiguo campo de concentración. «Son siempre momentos de mucha emoción», señala.
En estos últimos años, Rodríguez está investigando sobre la historia de los deportados mallorquines a los campos de concentración, más de 70 en total, labor que continuará en los próximos meses, por lo que agradecería mucho que intenten ponerse en contacto con ella familiares de personas que estuvieron o que pudieron haber estado en los campos de Mauthausen, Dachau, Sachsenhausen y Buchenwald.
Campos de exterminio
Rodríguez considera que desde un punto de vista de rigor historiográfico es necesario distinguir entre campos de concentración, ubicados todos ellos en el interior de Alemania, y campos de exterminio, ubicados fuera, como los de Auschwitz, Lublin o Treblinka, nombres que han quedado asociados para siempre al terror del Holocausto, al exterminio del pueblo judío. En algún momento, también en Buchenwald hubo, no obstante, asesinatos sistemáticos y actuaciones propias de un campo de exterminio, según reconoce la historiadora mallorquina.
En la actualidad, el antiguo campo es visitado sobre todo por holandeses, franceses y polacos, y también por alemanes, que acuden al Memorial. «El pueblo alemán es muy consciente de lo que ocurrió», indica.
Este año, en concreto el pasado mes de mayo, por primera vez, un grupo de españoles ha realizado un seminario en el departamento pedagógico del Memorial, para conocer de forma general la historia de los campos y de los republicanos presos en ellos.
Sobre la reciente visita del presidente norteamericano, Barack Obama, a Buchenwald, afirma que fue «muy importante» para que nunca se olvide lo sucedido en los campos de concentración. Al mismo tiempo, considera que en España aún sigue siendo necesario hacer un ejercicio de «memoria histórica» con lo ocurrido en los años del franquismo. «España sólo ha empezado a hablar sobre su pasado con cierta objetividad desde hace apenas cinco años», afirma.
Por otra parte, se muestra escéptica sobre la propia condición humana, y recuerda los exterminios habidos en Camboya en los años setenta o en Yugoslavia en los años noventa. «Es increíble que el ser humano no aprenda nunca de su historia», concluye.
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