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Sí. La ORA jugaba en contra de Rosario Nadal. Verán por qué. Había dejado su coche aparcado en la calle donde viven sus padres con el tíquet de la ORA a la vista. Así que, localizado el coche, sólo tuve que esperar a que se agotara el tiempo. Y no falló. Minutos antes de que se cumpliera el tiempo de aparcamiento, apareció ella. Elegante, con un vestido camisero, melena suelta y ojos cubiertos con gafas de sol. Iba sola. Como no podía ser de otro modo, al descubrirme Rosario mudó el gesto. «Ya está aquí este pesado», imagino que debió de pensar.

"¡Hola, Rosario. Al ver tu coche, he esperado un rato por si llegabas. Es que, ¿sabes? Éste es el último verano en que te voy a dar la lata porque el próximo estaré jubilado. Por eso además de despedirme, te pido disculpas por las veces que te he acosado... periodísticamente hablando. Te he acosado a ti y a los tuyos... Porque lo entiendes, ¿no...?

Rosario serenó su bello rostro. «Pues que te vaya muy bien...», me dijo esbozando una sonrisa. «¿Te hago la penúltima foto? "pregunté, y viendo que se detenía, le dije": Ésta me la quedo de recuerdo».

Naturalmente, no me preguntó qué iba a hacer con mi cuerpo serrano del año que viene en adelante. Tampoco va a cambiar para nada su vida durante el verano, ya que, verano tras verano, se seguirá sintiendo acosada por los periodistas. Y no sé cómo no lo entiende: mujer más elegante de España, amiga de la Familia Real, Hugh Grant, Gwyneth Paltrow, Claudia Schiffer, príncipes de Noruega... Además, la musa de Valentino, ha sido portada de Vanity Fair... ¿Qué periodista se resiste a hacer una foto? ¿O 100 fotos? ¿ O todas las fotos que sean necesarias...? ¿Qué harías tú en mi lugar?

«Por cierto, Rosario "le recuerdo", este año hace 20 que te casaste...». «No voy a hablar para nada de esto», responde blindándose a preguntas que tengan que ver con este asunto. «Me lo imagino, pero aquí todo el mundo lo sabe. Y espera, que dentro de nada, Mafalda será mayor de edad, lo cual supondrá más prensa acechando». Por eso me temo que Rosario va a tener que seguir usando ese instinto que posee que, cual radar, detecta periodistas incluso debajo de las piedras.