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Como cada año la Escuela Nacional de vela Calanova ofrece durante el verano un programa de cursos semanales de vela y windsurf. La enseñanza va destinada tanto a niños como a adultos, divididos en función de sus niveles de conocimientos y modalidades.

«La vela, más que un deporte, es toda una cultura. Uno de nuestros objetivos primordiales es inculcar a nuestros alumnos la importancia de cuidar el mar y preservar el medio ambiente y sobre todo educar a la que es la sociedad del futuro», señala Eugenia Perelló, la jefa de estudios. La escuela ofrece un amplio abanico de modalidades como vela infantil, vela ligera, surf a vela, crucero y hasta vela adaptada, dirigida a los invidentes. Los niveles de los cursos son iniciación, perfeccionamiento y regata.

En la actualidad, cerca de 200 niños asisten de lunes a viernes a diario a Calanova. Durante el mes de julio, una gran parte de los niños reside en la escuela, ya que proceden de la Península y del extranjero.

En la planificación semanal se imparten tanto clases teóricas como prácticas. En las primeras, siempre dependiendo del nivel, se les enseña lo esencial de la vela, es decir, las partes del barco, nudos, rumbos, virajes,etc... Toda la teoría se aplica después en la práctica en el mar.

«Nuestro objetivo es que aprendan a navegar y que se diviertan», añade el monitor Santi Cañellas. La escuela cuenta con un equipo de 32 monitores de vela, todos ellos experimentados regatistas.

«Veraneo aquí en la Isla, mi tío tiene un velero y vengo a la escuela de vela para poder ayudarle», afirma Pedro, madrileño de 11 años.

El jefe de monitores José Pujalte afirma que «la seguridad prima sobre todo. Si las condiciones meteorológicas no acompañan, se hacen actividades alternativas como simuladores en tierra o proyectamos películas técnicas elaboradas por profesionales del mundo de la vela».

El windsurf no tiene el mismo éxito. En la escuela hay siete chicos que están aprendiendo, y dos monitores. «Ya he hecho vela otros años y me apetecía probar con el windsurf. La verdad es que me atrae mucho más», declara Luis, un alumno. Los niños coinciden en destacar el buen ambiente que hay en las clases y el trato que reciben por parte de los monitores.

Algunos de estos niños serán los campeones de vela del mañana, al igual que otros muchos regatistas que aprendieron a navegar y a amar el mar en Calanova a lo largo de sus más de 30 años de existencia.

Guillermo Esteban

Foto: Raúl Valero