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G. PICÓ-P. MATAS-C.RUIZ-AGENCIAS Palmanova, 14.00 horas. La Guardia Civil ha 'tomado' las rotondas y todos los accesos a este núcleo y a Magaluf y hay un gran caos de tráfico. Minutos antes se acaba de producir la explosión que ha provocado la muerte de los guardias civiles Diego Salvá Lezaun, de 27 años, y Carlos Saenz de Tejada García, de 29, frente a las dependencias que la Guardia Civil tiene en la calle Na Boira.

El cuartel de Palmanova sigue en el mismo lugar que siempre, en la calle Miguel dels Sants Oliver, pero mientras se construye el nuevo en Son Bugadelles, el Ajuntament de Calvià también cedió a la Benemérita las oficinas que están en la calle Na Boira, al lado del centro médico.

Los sanitarios de este punto de salud salieron a la calle tras escuchar el estruendo y trataron de ayudar a las víctimas. Los terroristas habían colocado una bomba lapa en el todoterreno oficial que iban a utilizar y provocaron su muerte en el acto. La bomba, con unos cinco kilos de dinamita, fue activada por los terroristas desde pocos metros de distancia, y probablemente los autores del atentado vieron saltar por los aires las dos víctimas. Uno de los agentes salió despedido a unos 30 metros y el otro quedó colgado de un árbol.

El delegado del Gobierno en Balears, Ramón Socias, afirmó que, según las primeras hipótesis, se había tratado «de una bomba lapa adosada en el vehículo oficial, que no se activa por movimiento, sino que ha sido activada a distancia». El delegado, quien se desplazó a Palmanova al igual que numerosos representantes políticos de las Islas, concretó que «el vehículo acababa de llegar de un servicio y los dos agentes fallecidos realizaban labores de mantenimeinto».

Diego Salvá nació en Pamplona aunque había pasado la mayor parte de su vida en Mallorca y era alumno en prácticas. Carlos Saenz de Tejada era natural de Burgos y se encontraba en su primer año de servicio como miembro del Instituto Armado.

Trasiego
Tras la explosión hubo un trasiego de vehículos de la Guardia Civil y de Policía Local de Calvià con las sirenas encendidas, así como de vehículos oficiales. La calle Na Boira quedó cortada y se estableció un gran perímetro de seguridad.

Entre los vecinos, turistas y residentes no había ningún tipo de duda de que se trata de una acción criminal de la banda terrorista ETA. La mayoría de vecinos y turistas que se encontraban en la zona mantenían la compostura, pero sus sostros reflejaban una preocupación evidente y cierto temor porque la explosión se escuchó varios kilómetros de distancia y no dejó a nadie indiferente.

Los rumores sobre la colocación de un segundo artefacto explosivo fueron constantes. Agentes con la ayuda de perros adiestrados revisaron decenas de coches y pidieron a los turistas y residentes de varios hoteles y bloques de apartamentos que se introdujeran en sus casas. Los perímetros de seguridad se iban incrementando y, en muchos momentos, la tensión era palpable y casi se podía cortar con un cuchillo.

A media tarde se confirmó la existencia de otro coche con una bomba, frente al cuartel. El perímetro se extendió y se desalojaron los edificios cercanos ya que se iba a hacer una explosión controlada.

Ésta se efectuó poco antes de las 19.30 horas, y una media hora después se reabrió parte de la circulación. Muchos turistas intentaban coger un bus o un taxi para ir al aeropuerto porque habían finalizado sus vacaciones ya que durante las horas anteriores había sido prácticamente imposible salir de la zona, que sigue tomada por la Guardia Civil. Uno de los vecinos desalojados, ante la situación de temor e incertidumbre, señaló: «Todavía no me creo lo que ha pasado, parecía increíble que esto pudiera pasar aquí».